Vicente Verdú
Nada de cuanto sucede parece ya real. Más bien la absurda reticencia ante las soluciones que todos ven menos alguien Gordo que no ve, los constantes fracasos de las cumbres que nadie sabe en qué emplearon su quehacer o el lentísimo modo de afrontar las medidas convenientes aquí o allá presentan este gran embrollo de la Gran Crisis como una gigantesca maniobra de la falsedad. Dicen que es incompetencia pero es sobre todo ganas de presionar potentemente sobre las conciencias y lograr, puesto que esa prensa especulativa procura tantos beneficios, el punto crítico en que la reducción de la condición humana venga a ser paralela a la reducción de su sueldo, de sus vidas, de sus conocimientos y de sus dignos deseos mismos de explotar y matar.