Vicente Verdú
Los móviles han aumentado mucho pero ¿han aumentado demasiado? Ahora viene a ser que no. Así como no habría que establecer límites para la difusión de la bondad no hay que poner traba alguna para la multiplicación de los móviles y la promiscuidad entre ellos. Según un estudio muy serio de la London School of Economics, seria escuela de por sí, la proliferación de contactos a través de este aparato enriquece la inteligencia de sus usuarios y más tarde, cuando se incorporan -si pueden- al trabajo, su productividad laboral. De hecho no se dice ya que un país es tanto o más adelantado de acuerdo al número de móviles por 100 habitantes sino que según adelantará si aumenta la presencia de móviles. Paralelamente, la empresa de investigación social Deloitte ha comprobado a lo largo de 2008 que en países como Malasia, Pakistán Serbia, Tailandia o Ucrania el PIB debe al menos un 0,5% de su crecimiento a la tasa de 10 móviles por cada 100 habitantes. Concretamente la aportación suplementaria del móvil a Tailandia es del 0,8 de su PIB y en Bangladesh asciende al 2,1%. Parece un milagro, pero ¿qué mayor milagro que comunicarse a distancia, sin hilos, sin dar gritos y con apenas un miniartefacto de bolsillo?