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EL HOMBRE MATA

Por 19 de octubre de 2006 Sin comentarios

Vicente Verdú

Las noticias de muertes de mujeres a manos de sus parejas se ha convertido en un portentoso signo de identidad nacional, la prueba acumulada de una perversa endemia típicamente española que si conmociona sin cesar a la población nos marca con un ominoso estigma.

Los asesinatos de mujeres por sus parejas masculinas registra, sin embargo, un índice superior en Francia y muy superior en  Finlandia, en Suecia o en Estados Unidos, pero allí no se tiene como el foco obsesivo de la información ni los hombres son contemplados con el proporcional recelo.

Está bien que se llame la atención sobre esta clase de asesinatos pero su magnificación mediática, su ascensión a fenómeno diferencial, aberra la idea que se tiene del país y de sus hombres.

Esta tierra que por legado árabe ha sido muy machista ha girado espectacularmente hacia una corriente de tolerancia general y de igualitarismo entre sexos. En pocos países del mundo se ha decretado la paridad en la composición de los gobiernos o en las listas electorales, en pocos países se ha enfatizado más el paro de las mujeres y su diferencia salarial. En casi ningún país europeo hay más mujeres en la administración, al frente de las direcciones culturales, en los escaños del senado o del parlamento. Para ser un supuesto país machista los hechos no están mal. Pero además, todos los países católico-machistas de Europa, Italia, Polonia o Irlanda son, con España, quienes sufren menos tasa de muertes y agresiones de este tipo.

Pero además, el célebre talante del presidente, la reversión interior española queriendo liberarse de un pasado antimoderno, ha desatado una batería de lasitud y feminidad que choca hasta a los franceses, modelo hasta ahora de desenfados sexuales y feminismo activo. La hiperreacción para ser modernos ha producido las leyes más liberales y ha focalizado la violencia doméstica en la violencia contra la mujer, en sentido simbólico. No ya la violencia contra una u otra esposa o novia, sino, genéricamente, “contra la mujer”, considerada ya como “el porvenir del hombre”.

De esta mitificación se deduce una ideología de genocidio contra la persona de la mujer y un aura de azufre sobre la condición de varón. La escrupulosa atención con la que los medios destacan insaciablemente, fatigablemente, neuróticamente, todos los casos de violencia sobre la mujer debería también emplearse para rastrear en las razones por las que el asesino se suicida, prácticamente siempre. ¿No existirá en el centro de la relación un núcleo delirante? ¿No habría que atender a esa perversa formación y no simplificar hasta la náusea atribuyendo al hombre una inclinación maldita?

De otra parte, ¿cuántos asesinatos de hombres a manos de mujeres se callan o aparecen en letra pequeña, escondidos en el interior del periódico o sepultados entre los vecinos del pueblo? Abordar los casos de asesinatos de hombres por mujeres completaría el cuadro de las relaciones aniquiladoras, como de otra parte ya se hace en otros países y sin este clamor que, de paso, no permite ver el complejo sistema de la violencia doméstica sobre ancianos, sobre discapacitados, sobre niños, etc.

No es el machismo, como simplemente se proclama, el causante decisivo de la agresión sino las exasperaciones y agresividades que desata una relación confinada y enferma. No es la patología del hombre quien mata en primer lugar sino la patología de la relación.

Sin embargo, día a día son hombres –y no mujeres- los asesinos de mujeres. Ellos –nunca ellas-  quienes aparecen destacados en las noticias de la violencia en casa. “El hombre mata”, “Ella muere”. El hombre es el asesino y ella la víctima. ¿No parece demasiado grotesca esta ecuación? ¿Y peligrosamente simple? El hombre mata, como mata el tabaco, como mata la droga, como mata la carretera. El hombre se ha convertido en un mal social. Presunto o confeso. ¿Puede asumirse, en definitiva, este juicio que, de otra parte, abonan diariamente el sensacionalismo de la prensa, la radio y la televisión?

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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