Vicente Verdú
Amamos tanto los relatos que a menudo nos precipitamos para dar explicaciones sumarias de lo más complejo. No lo entendemos y la falta de una inteligencia suficiente la sustituimos por la simplicidad de un cuento. Así ocurre actualmente con esta maldita situación adversa. Unos días se trata de hallar la razón de lo que pasa en los malvados gestores de bancos e instituciones financieras, otras es el Gobierno quien no supo adoptar medidas contra la situación, otras nos conformamos con atribuir el revés a la fatalidad como nos enseñaron en las escuelas religiosas. La vida se retuerce para seguir andando, nos hundimos para resucitar, nos deprimimos para euforizarnos, nos matan para salvarnos después.
Dos años y medio después de las primeras llamaradas la población -y los economistas y los políticos y los augures- siguen sin haber llegado a interpretar esta gran crisis y los factores que convergen e interactúan en esta oscura cristalización del mal global.