Vicente Verdú
No todos los economistas, ni mucho menos, están de acuerdo en que los Gobiernos hallan elegido la política de recortes en los gastos y, notablemente, en los gastos de inversiones públicas. La consecuencia es que esa política conduce a reducir la actividad general, anular puestos de trabajo y achicar la capacidad para comprar. El siguiente escalón es que las empresas no venden, despiden a más obreros o cierran en cadena y, la quiebra del sistema viene a ser el resultado fatal.
Los Gobiernos se han asustado cuando tras haber lanzado mucho dinero al sistema fabricado pecaminosamente en las Fábricas de Moneda han aumentado sus deficits y con ellos, según sea más o menos altos, ha crecido el tipo de interés que deben pagar por los préstamos que siguen necesitando. Sin embargo, también, ellos prestan a otros, aún teniendo deficits, y reciben fondos de otros países, sea Alemania o Francia, que soportan también deficits descomunales.
El déficit es así el estado general y no la lacra diferenciadora de un país u otro. Todos pueden quebrar si no acuden a préstamos exteriores y todos pueden quebrar si reducen bruscamente sus gastos y estrangulan la producción. De una u otra manera la situación lleva a la quiebra pero no es lo mismo una quiebra de todos que una quiebra de algunos. En la quiebra de todos no hay propiamente quiebra puesto que unos y otros son acreedores virtuales y, ¿cómo no?, también deudores virtuales. Se trataría pues de haber pasado inesperadamente, a otra dimensión, haber atravesado el espejo del equilibrio y el espejo de la producción. Pero también haber acabado con el miedo al desorden o la devoción a la regla de la tradición. En otra dimensión, el mundo y su economía serían de otra naturaleza y las salvaciones de otra significación. Ahora, sumidos en la mezquina política de los recortes, embarrancaremos sin duda en un territorio de escasez. Del otro modo navegaríamos acaso en un alto mar de inflación pero ¿quién no prefiere la navegación con sus traslaciones y cabos de Buena Esperanza que quedarse atrapados, acaso sepultados, en un secarral?