Vicente Verdú
He visto una película de dibujos animados, "Inside-out" que viene a ser un producto, en apariencia infantil, pero en el fondo especialmente destinado a los más destacados alumnos del MIT. Una película tan difícil como vanguardista que por sus elusiones y alusiones enrevesadas y subterráneas, recuerda las dificultades que sufrimos, con gusto extremo, los sesentayochistas con filmes como el Marienband de Alain Resnai. Efectivamente los pequeños se quedan en blanco y buena parte de los espectadores adultos también. Acaso sólo una zona entre los 20 y los 30 añós alcanzará a entender cabalmente los sortilegios y recursos de los que se sirve esta maravilla de la animación digital. Es tan completa la cinta que no sólo es hermosa por fuera sino que es bellísima por dentro, tanto en lo que se deja entender como, sobretodo, en lo que impulsa a cavilar. Recomendable no para la población infantil puesto que los dibujos animados no son ya una nana sino parte creciente de la filosofía existencial, la nada y cosas así.
Pero, además "Inside-out" vale especialmente para aquellos que ya hemos oído hablar lo suficiente de arte, psicoanálisis, quimeras y trastornos de la personalidad. No se la pierdan si en suma quieren tanto extraviarse como hallarse en su particular realidad. Cualquier esquina de esta cinta puede ser un socorro psicológico y, en conjunto, una exhibición de la cultura supercontemporánea que no se expresa bajo el modelo Igmar Bergman o Luc Godard sino por píxeles que, en apariencia superficiales y ligeros, se filtran poderosamente en la mente y en el corazón.