Sergio Ramírez
¿Qué ha quedado entonces de toda aquella empresa histórica? Lejos de los ideales de origen, y sin ninguna de las ilusiones de transformación de la realidad del país cumplidas, pareciera no haber ninguna herencia de aquellos años dramáticos que conmovieron al mundo. Pero los logros y las consecuencias verdaderas de la revolución, sino se advierten, es porque son hoy parte de la sustancia del país.
Haber terminado con la obscena dictadura militar de Somoza, es el primero de los logros. Fue el Frente Sandinista el que logró movilizar al pueblo en aquella lucha, sobre todo a los jóvenes de todas las clases sociales, y a su habilidad política se debió la unidad de todas las fuerzas del país, la formación de un frente internacional de respaldo, y las exitosas negociaciones con el gobierno del presidente Carter para que Estados Unidos aceptara la salida de Somoza, lo que dio paso también, en última instancia, a la desaparición de la Guardia Nacional creada por los mismo Estados Unidos en 1927.
Y si el primer hecho trascendente de la revolución fue el fin de la dictadura, el último fue la admisión sin condiciones de la derrota electoral de 1990 la misma noche del 25 de febrero, y la entrega del poder tres meses después al nuevo gobierno electo en las urnas. Se necesitó valentía para sacar a Somoza, y también se necesitaba valentía para dejar el poder conquistado con las armas aceptando sin vacilaciones el mandato de los votos, porque el Frente Sandinista no estaba renunciando simplemente al ejercicio del gobierno, sino al ejercicio del poder revolucionario concentrado bajo su égida de partido hegemónico.