Sergio Ramírez
El misterio de la doble identidad es una de las clave de mi devoción por los héroes de historietas. Es algo, eso de las identidades dobles o múltiples, que viene desde el Conde de Montecristo, inolvidable novela que ningún escritor que empieza debe dejar de leer, pues en ella encontrará todas las clave del arte de la narración. Y entre esos personajes misteriosos de las revistas, mi preferido fue siempre el Fantasma, el duende que camina, al lado del Capitán Marvel.
El Fantasma, creado en 1936 por Lee Falk, es para muchos el primero de todos los superhéroes en llegar a las historietas. Hoy no es que haya muerto, pero ya no tiene fama, salvo la muy mala que le dio la película de Simon Wincer de 1996, en la que es interpretado sin gracia alguna por Billy Zane, al lado de una Diana demasiado acartonada como lo es Catherine Z. Jones.
Parte de una estirpe siempre actual que se inicia siglos atrás con el primer Fantasma en guerra a muerte contra la hermandad pirata de los Sengh, el Fantasma presente, el número 21 en la línea de sucesión, reina desde el trono de la Calavera en lo profundo de la selva, a sus pies siempre su perro Diablo. El trono se halla al fondo de una cueva iluminada por hachones, a la que sólo se llega atravesando desfiladeros, la jungla cerrada, y por último un torrente que cubre a manera de cortina la boca misma de la cueva…