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La fábrica de los portentos

Por 9 de julio de 2014 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Sergio Ramírez

Cuando hablo delante de un auditorio acerca de la pasión, o el vicio de la lectura, y alguien me pregunta por mi libro preferido, respondo que Las mil y una noches. Leer por entero este libro de los libros, dice Jorge Luis Borges, podría llevar a la locura. Y yo diría, a la más placentera de las locuras. En árabe, mil y una noches significa infinidad de noches. Por eso el temor de Borges a la locura ante la prueba de leerlas o escucharlas todas. Lo infinito no es sino la locura misma.

Las caravanas llevaban las historias hasta los hakawati, los cuenteros, que en las plazas y mercados se ganaban la vida relatando a viva voz aventuras prodigiosas a un auditorio que los escuchaba embelesado; y allí, otra vez, las historias volvían a ser transformadas, tanto en la cabeza y en la lengua de quienes las contaban, como en las de quienes escuchaban; y estos a su vez repetían sus propias versiones en los establos, los mesones, las barberías, los harenes, las cárceles y las cocinas.

De boca del cuentero a la boca de sus oyentes, entre los que se hallaban las esclavas y eunucos que repitieron esas historias sabias y a la vez descabelladas al oído de la princesa Scherezada, quien habría de contárselas a su vez, para salvar la vida, al sultán homicida que no se saciaba en su venganza contra las mujeres porque su esposa lo había engañado con un esclavo. Y esos cuentos cambiarán otra vez en boca de ella. Las variaciones de la imaginación también sus infinitas.

Para un niño ávido y curioso este libro tiene una ventaja inigualable, y es que puede empezar  a leerlo por cualquier parte, eligiendo cualquiera de los cuentos. Lo mismo ocurre con un adulto, que no precisa seguir el orden estricto en que los cuentos están presentados, salvo que, en la secuencia que les da la propia Scherezada, quien debe mantener interesado al sultán para no perder la cabeza bajo el alfanje del verdugo, la historia se prolongue más de una noche antes de alcanzar su desenlace.

Pero yo recomendaría comenzar siempre leyendo el relato inicial, aunque después variemos el orden de la lectura a nuestro gusto,  pues así vamos a enterarnos del porqué de la venganza del sultán, que es el porqué de aquella numerosa sucesión de relatos. Ese primer cuento, a manera de una columna vertebral, ofrece no sólo una estructura, sino también una tensión a todo el conjunto. A Scherezada, la que cuenta cada noche, le debemos el sentido unitario del libro, que de otra manera quedaría desperdigado.

             El sultán  tiene ya tres años de ejecutar cada noche a las doncellas que le son dadas por esposas cuando Scherezada entra por primera vez a su lecho. Su venganza es contra la mujer que lo traicionó, que quiere decir contra todas las mujeres. Y el plan de Scherezada es mantener despierto al sultán con las historias que cada noche va a contarle.

Mientras leemos, no sabemos si el sultán va a aburrirse una noche de tantas y al amanecer ordenará la ejecución de la narradora. Si eso ocurriera, este libro de vida tan precaria, porque depende del capricho de un déspota, acabaría en el mismo momento como si nos lo quitaran de las manos.

            Pero Scherezada no sólo se salva de la muerte, sino que salva también a las mujeres del reino, a todas esas niñas que al crecer serían desfloradas y luego decapitadas. Y nos ha salvado también a nosotros los lectores, que podemos terminar de leer el libro que ha durado esos largos tres años en ser narrado.

Las historias han pasado de boca del cuentero callejero a la de ella Scherezada; o, viceversa, es él quien alimenta su repertorio de lo que ella cuenta cada noche en la alcoba. Y así los dos ganan su vida. Uno se salva del hambre, la otra de la muerte.

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Sergio Ramírez

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942). Premio Cervantes 2017, forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Tras un largo exilio voluntario en Costa Rica y Alemania, abandonó por un tiempo su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista que derrocó a la dictadura del último Somoza. Ganador del Premio Alfaguara de novela 1998 con Margarita, está linda la mar, galardonada también con el Premio Latinoamericano de novela José María Arguedas, es además autor de las novelas Un baile de máscaras (1995, Premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia), Castigo divino (1988; Premio Dashiell Hammett), Sombras nada más (2002), Mil y una muertes (2005), La fugitiva (2011), Flores oscuras (2013), Sara (2015) y la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, formada por El cielo llora por mí (2008), Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021). Entre sus obras figuran también los volúmenes de cuentos Catalina y Catalina (2001), El reino animal (2007) y Flores oscuras (2013); el ensayo sobre la creación literaria Mentiras verdaderas (2001), y sus memorias de la revolución, Adiós muchachos (1999). Además de los citados, en 2011 recibió en Chile el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra literaria, y en 2014 el Premio Internacional Carlos Fuentes.

Su web oficial es: http://www.sergioramirez.com

y su página oficial en Facebook: www.facebook.com/escritorsergioramirez

Foto Copyright: Daniel Mordzinski

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