Sergio Ramírez
El más común de los dichos acerca de la China fue siempre aquel atribuido a Mao, de que si todos los chinos dieran una patada al mismo tiempo estremecerían al mundo. La película de Marco Bellocchio del año 1967, La China se avecina, ponía en clave de sátira este drama acerca de la ignorancia con que aún hoy seguimos viendo a un país que siendo todo un continente, ha vivido cambios más que formidables en el último medio siglo, cambios que hoy, al despuntar el milenio, no hacen sino acelerarse.
La China crece, y se avecina. Se nos acerca. Pero a diferencia de lo que ocurría hace 40 años, cuando se filmó la película de Bellocchio, aunque nuestra ignorancia acerca del gigante aún es grande, sabemos, al menos, de su insaciable avidez por la acumulación de riqueza.
Hablando de lo que un día se llamó el viejo y olvidado tercer mundo, pues ahora sólo hay dos, traigo a cuento la historia de la mina de cobre de Chambishi, en la región montañosa de Zambia, comprada por el gigante estatal chino, Empresa Minera de Metales no Ferrosos, y que produce anualmente 50.000 toneladas de concentrado de cobre. Como una aspiradora gigante, China empieza a chuparse las materias primas del mundo. El asunto es, a qué precio.
Las quejas en Zambia contra la transnacional china poco tienen que ver con los manuales del viejo socialismo real. Los sindicatos están prohibidos en los planteles mineros, los salarios se hallan por debajo del mínimo que establecen las leyes en Zambia, manifestaciones de protesta de los obreros han sido reprimidas a balazos, y en una empresa subsidiaria que produce explosivos, establecida muy cerca, se produjo en 2005 una explosión que dejó 50 muertos, atribuida a bajos estándares de seguridad.
¿Se avecina la China, o ya se halla entre nosotros?