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IV. La pared rosada

Por 30 de noviembre de 2011 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Sergio Ramírez

  Su padre era dueño de una ferretería en la vieja Managua, y un día lo llamó para que viniera a asomarse a la puerta. Al otro lado de la calle el general Sandino salía de la camisería Ideal con los hombres de su estado mayor; ya había firmado la paz y entregado las armas, pero la acechaba la traición. El dueño de la camisería, simpatizante de su causa, quería obsequiar a todos ellos unas camisas, y venían de que les tomaran las medidas. Al lado de la camisería había una cantina de pared rosada, y un fotógrafo los retrató frente a aquella pared. Era el 21 de febrero de 1934, y esa misma noche sería prendido y asesinado por órdenes de Somoza. El niño tenía siete años, y la escena quedaría fijada en su memoria igual que en la placa del fotógrafo; de allí saldría uno de los grabados del portafolio, Adiós a Sandino.

            El recorrido de Morales fue largo, cada etapa un ciclo que al completarse daba paso a otro en el que su maestría fue siempre madurando, hasta llegar a las selvas amazónicas de grandes formatos, de cuya factura fui testigo en su estudio de París, un artesano que trabajaba de diez a doce horas diarias en un cuadro, selvas que olían a frutas podridas porque compraba en el supermercado vecino mangos, piñas, guayabas, y las dejaba descomponerse para poder oler lo que quería oler, porque también pintaba con el olfato. Y luego las tauromaquias, y Venecia, y los descendimientos de la cruz, como si al cerrar sus últimos ciclos no hiciera otra cosa que volver a los clásicos, probándose en los clásicos, porque ya era un verdadero clásico.

            La infancia rescatada de las profundidades del sueño hasta convertirla en vigilia. La cabeza que vigila y la mano que sueña.

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Sergio Ramírez

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942). Premio Cervantes 2017, forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Tras un largo exilio voluntario en Costa Rica y Alemania, abandonó por un tiempo su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista que derrocó a la dictadura del último Somoza. Ganador del Premio Alfaguara de novela 1998 con Margarita, está linda la mar, galardonada también con el Premio Latinoamericano de novela José María Arguedas, es además autor de las novelas Un baile de máscaras (1995, Premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia), Castigo divino (1988; Premio Dashiell Hammett), Sombras nada más (2002), Mil y una muertes (2005), La fugitiva (2011), Flores oscuras (2013), Sara (2015) y la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, formada por El cielo llora por mí (2008), Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021). Entre sus obras figuran también los volúmenes de cuentos Catalina y Catalina (2001), El reino animal (2007) y Flores oscuras (2013); el ensayo sobre la creación literaria Mentiras verdaderas (2001), y sus memorias de la revolución, Adiós muchachos (1999). Además de los citados, en 2011 recibió en Chile el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra literaria, y en 2014 el Premio Internacional Carlos Fuentes.

Su web oficial es: http://www.sergioramirez.com

y su página oficial en Facebook: www.facebook.com/escritorsergioramirez

Foto Copyright: Daniel Mordzinski

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