Sergio Ramírez
Desde el comienzo de los años noventa, tras la derrota electoral del sandinismo, los ideales de solidaridad y entrega a los más pobres y necesitados pasaron a ser sustituida por el culto exacerbado al individuo. El reino prometido es hoy para los jóvenes el de las oportunidades personales, y la nueva filosofía sin cuestionamiento dice que yo soy mi propio prójimo. Por supuesto, el sálvese quien pueda campea hoy en América Latina; pero sólo en Nicaragua hubo una revolución.
Y sólo Nicaragua proclamó con terquedad en el continente su derecho de país pequeño a la independencia política, lejos de la sombra tradicional de los Estados Unidos, presente en la historia desde que William Walker, el filibustero sureño, se proclamó presidente del país a mediados del siglo XIX, un dominio que tras repetidas intervenciones militares duró hasta el fin del reinado de la familia Somoza. Esa defensa de la soberanía, parte de los ideales de rescate de la nación, llevó al extremo del enfrentamiento y la agresión durante la era Reagan.
La severa enemistad de Reagan, que puso la máquina del imperio a trabajar en contra de un pequeño país en rebeldía como si se tratara de una potencia mundial, hizo que el gobierno sandinista tuviera que concentrar todos sus esfuerzos en la guerra, y dejara en el camino sus mejores ambiciones de transformación de la sociedad.
¿Qué fue las transformaciones revolucionarias?