Sergio Ramírez
¿Cómo es que los poetas atraen multitudes, y sobre todo, multitudes de jóvenes? Ningún otro poeta más popular en nuestra historia que Pablo Neruda, como antes Rubén Darío, hasta el momento en que la poesía empezó a pasar de moda debido a un fenómeno apenas explicable de extinción del gusto. Popular Neruda entre los enamorados, en los internados escolares, y en las barberías. Un poeta que triunfa es el que pasa a la memoria, y es recitado en las mesas de cantina, sin equivocaciones, o como los jóvenes repiten los Epigramas de Ernesto Cardenal, agregándolos también a sus declaraciones de amor.
Un poeta triunfa más, todavía, cuando es plagiado, no por otros poetas de segunda, que es lo menos notable, sino por el enamorado ansioso de hacer creer a su dueña que el amor lo ha elevado a las cumbres de la inspiración más seductora, y toma prestado lo que le parece más efectivo, y convincente.
Ahora, un poeta que triunfa, como Benedetti, es el que puede ocupar con holgura el lugar de los baladistas en el corazón de los adolescentes, y robárselo entero. O como Cardenal que puede llenar también, de jóvenes, la estación de Mapocho, en Santiago de Chile, convertida en centro cultural, a la hora de sus recitales. O como Jaime Sabines, que arrastraba también a los auditorios a los jóvenes que aún manosean sus libros hasta descuadernarlos, y compran sus discos.