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II. La vieja ideología, camisa de fuerza

Por 12 de junio de 2009 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Sergio Ramírez

El asunto se vuelve complejo de cara al futuro porque Funes ha llegado a la presidencia de El Salvador bajo la bandera del FMLN, el partido de izquierda en que se organizó la guerrilla tras los acuerdos de paz firmados en 1992, y la identificación de la dirigencia del FMLN con Chávez ha sido más que manifiesta por largos años. Lo que tendrá que verse ahora, es si Funes puede hacer valer su proyecto democrático de cambio, que incluye la cercanía tanto a Obama como a Lula, sin que se lo estorben los viejos comandantes.

El antagonismo permanente en las relaciones con Estados Unidos, como lo prefieren tanto Chávez como Ortega, no es ni deseable, ni viable, para el gobierno de Funes, sin tan sólo se toma en cuenta la inmensa masa de emigrantes salvadoreños en Estados Unidos, "los hermanos lejanos" que envían anualmente a sus familias más de3 mil millones de dólares, un poco más del 18% del PIB.

Y en cuanto a Lula, Funes puede esperar de Brasil una cooperación establecida sobre bases sólidas y diversas, más que la que depende de los avatares del petróleo venezolano, que de todos modos puede recibir en condiciones preferenciales, aún sin entrar en el ALBA; aunque, con las tensiones de por medio, Chávez sólo ha ofrecido al nuevo presidente cubrir el 15% de la factura petrolera de El Salvador.

La escogencia verdadera no es ahora para Funes, que ya la ha hecho y de manera muy clara, sino para la dirigencia del FMLN, entre la que se encuentra el vicepresidente Rafael Sánchez Cerén: trabajar en apoyo del proyecto democrático de Funes, y contribuir a que haga un buen gobierno que permita a la izquierda ganar las próximas elecciones presidenciales, cuando toquen; o presionarlo a adoptar posiciones radicales y populistas, con el consiguiente acercamiento a Chávez y sus aliados, y arriesgar así graves rupturas tanto internas como internacionales, que llevarían a la ingobernabilidad. Es el momento en que se demostraría si la vieja ideología puede más que la razón política.

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Sergio Ramírez

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942). Premio Cervantes 2017, forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Tras un largo exilio voluntario en Costa Rica y Alemania, abandonó por un tiempo su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista que derrocó a la dictadura del último Somoza. Ganador del Premio Alfaguara de novela 1998 con Margarita, está linda la mar, galardonada también con el Premio Latinoamericano de novela José María Arguedas, es además autor de las novelas Un baile de máscaras (1995, Premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia), Castigo divino (1988; Premio Dashiell Hammett), Sombras nada más (2002), Mil y una muertes (2005), La fugitiva (2011), Flores oscuras (2013), Sara (2015) y la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, formada por El cielo llora por mí (2008), Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021). Entre sus obras figuran también los volúmenes de cuentos Catalina y Catalina (2001), El reino animal (2007) y Flores oscuras (2013); el ensayo sobre la creación literaria Mentiras verdaderas (2001), y sus memorias de la revolución, Adiós muchachos (1999). Además de los citados, en 2011 recibió en Chile el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra literaria, y en 2014 el Premio Internacional Carlos Fuentes.

Su web oficial es: http://www.sergioramirez.com

y su página oficial en Facebook: www.facebook.com/escritorsergioramirez

Foto Copyright: Daniel Mordzinski

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