Sergio Ramírez
En América Latina la crítica de libros es floja y escasa, y en algunos de nuestros países inexistentes, de manera que no puede uno orientarse con esa brújula. Y aunque la brújula exista. Yo alguna vez usé el recurso de guiarme por el suplemento de libros del New York Times, para saber lo que se publicaba de calidad en la lengua inglesa, pero hoy me doy cuenta de que muchos libros que compré gracias a las recomendaciones del suplemento -y no alcancé a leer en gran parte, porque los lectores viciosos no leen todo lo que compran- hoy nadie los recuerda.
De modo que para no perderme a veces en la espesa y frondosa selva de los libros, trato de utilizar diferentes recursos. El primero, no compro nunca best-sellers, menos si traen lujosas portadas llamativas, con los títulos y los nombres de los autores realzados a troquel en engañosas letras de oro. Esto puede resultar en prejuicios que lo privan a uno de leer libros que a lo mejor son buenos, y que se venden como pan caliente en los aeropuertos. ¿Habrá tantos lectores equivocados?
Otra manera es confiarse en aquellas casas editoriales que tienen una probada tradición de publicar libros de calidad. Yo tengo mi lista de esas editoriales, pero cada vez, alas, hacen más concesiones comerciales, y me fallan más.