Sergio Ramírez
La segunda sesión del encuentro “Lecciones y Maestros” de Santillana del Mar, es dedicada a Juan Goytisolo. Es difícil sentar en el escenario a este personaje hierático, con cara de enigmática esfinge que sabe las respuestas a todos los enigmas, para hablar de sí mismo y oír hablar de sí mismo. Pero ése es su oficio del día, y su boca de piedra va a responder a las adivinanzas, por inoportunas que sean. Cuando alguien le dice que no es cierto que siga siendo un proscrito, que en los colegios y universidades de España se le lee y estudia, y hasta figuran sus libros como lecturas obligatorias, la esfinge responde con humor melancólico: “no me normalicen demasiado”.
Después le oiré decir que de alguna manera hay que hacerse cargo de la defensa de la obra ajena, y de la crítica de la obra propia, lo cual viola toda las reglas de las grescas literarias, cuchillo en mano, como tanto se suele ver. Habla también de la diferencia abismal que hay entre la novedad (tan efímera y perecedera) y de la modernidad (lo que nunca pasará de moda y se sostendrá a través del tiempo). De las similitudes entre la censura política y la censura comercial en lo que hace a los libros (lo que se prohíbe leer de parte de los censores, y lo que el mercado prohíbe leer también).
Y punto y aparte, habla de las fantasmagorías de la hipocresía, para lo que basta el ejemplo de las cumbre del grupo de los 8 (los ocho países más ricos y prósperos países del mundo). Al día siguiente José Saramago propondrá una cumbre paralela de los ocho países más pobres del mundo.