Sergio Ramírez
Pero Guatemala alega ir más adelante que sus otros competidores. El presidente Otto Pérez Molina afirma que su canal consiste en "un proyecto de 390 kilómetros, con un gasoducto y oleoducto, una carretera de alta velocidad y una línea de tren", y los estudios para su construcción están ya completados. El costo es de 10 mil millones de dólares, y los inversionistas chinos que lo llevarán adelante, "tienen especial interés en el oleoducto para transportar petróleo de Venezuela", según el propio presidente.
Como podemos ver, todos los caminos van a dar Pekín, como antes iban a dar a Roma. Las empresas y capitales de la China se comprometerían, sólo en Nicaragua, Honduras y Guatemala, en una inversión de 70.000 millones de dólares para la construcción de tres canales interoceánicos, según estas cuentas de la lechera, y nadie se ha preguntado hasta ahora por qué no uno sino tres, que de ser cierto todo competirían entre sí mismos hasta la ruina, en una región tan pequeña y tan pobre que se da tantas ínfulas de propósitos de integración.
Pero ésa es historia aparte. Mientras tanto digamos que esos tres países que serán bendecidos por la mano de China, están entre los más pobres de América Latina, y del mundo, y es siempre a los pobres a quienes se ofrece los milagros más instantáneos, e inverosímiles.