Rafael Argullol
Delfín Agudelo: Las barcas de nuestros tiempos son aún más frágiles que las de antaño. De perderse un móvil, o un simple ordenador, nos encontraríamos ya en el océano de la desinformación e incomunicación.
R.A.: Había salido de la telaraña, al principio estuvo con su pavor, después le encontró ciertas ventajas, no puedo decirte en qué estado de ánimo o cuál es el balance de su estado de ánimo respecto a las dos situaciones. Pero a mí me parece algo sumamente interesante porque es una sensación de naufragio por un lado, pero por el otro de libertad. Y eso me lleva a pensar que vivimos en un mundo en el que se han producido tan aceleradamente la construcción de esos hilos de la telaraña, a través del ordenador, teléfono móvil que nos acompañan a cualquier lado, que nos cuesta mucho sobrevivir sin estos hilos de la telaraña. Yo mismo que he procurado hacer muchos viajes en mi, y la mayoría los he hecho sin ningún tipo de conexión directa y permanente, reconozco que en los últimos al llevar el teléfono móvil ha cambiado la percepción misma de lo que es el viaje. El hecho de que sabes que en cualquier en todo tiempo instantáneamente conectas con un mundo que antes dejabas atrás a centenares de kilómetros. Eso nos lleva a este especie de figura rara, bifronte, un poco esquizofrenia que somos todos nosotros, que por un lado nos movemos temiendo el naufragio pero quizá ocultamente a veces deseamos el naufragio para camuflarnos respecto a nosotros mismos o respecto a esas telarañas que nos protegen pero también nos atrapan.