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Un agitador de la utopía

Por 13 de septiembre de 2012 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Rafael Argullol

Escribo conmocionado por la muerte de Francisco Fernández Buey, mi querido Paco, que me acaban de comunicar, y con la precipitación a la que obliga el cierre de la edición del periódico. Sin embargo, no me es difícil, como en un torbellino, evocar sucesivas imágenes de Paco, al que conocí hace ya tantos años.

Recuerdo perfectamente la primera vez que lo vi, recién entrado yo en la Universidad, en una asamblea de estudiantes que se celebraba en el paraninfo. Paco era ya un dirigente estudiantil famoso y enseguida pude apercibirme de las causas: pese a que no era corpulento, su capacidad de dominio del espacio y de persuasión de los oyentes eran enormes. Me cautivó su voz grave y bien modulada, pero, sobre todo, la mesura extraordinariamente armónica de sus argumentos. Aunque él era entonces muy joven -debía de tener unos 23 años- ya reunía toda la capacidad del que puede encabezar un proyecto por la limpieza y convicción de sus ideas. Aquella primera ocasión fue la piedra de toque para medir cuántas intervenciones públicas les escuché a Paco Fernández, siempre firmes, y siempre de una elegante elocuencia.

Con los años comprobé que esa imagen exterior de Paco, que le habían convertido en una leyenda en la ciudad, se conciliaba perfectamente con su existencia cotidiana. En privado, era un hombre muy afable, de fácil conversación, que emanaba continuamente una gran coherencia en sus convicciones. A lo largo del tiempo tuve la oportunidad de colaborar repetidamente en empresas editoriales e intelectuales en las que él participaba. Nunca falló en la transmisión de esta honestidad y hondura morales que tanto le caracterizaban. Como es sabido, siempre mantuvo posiciones políticas revolucionarias que, en su caso, estuvieron sostenidas por unos fundamentos culturales de enorme solidez. Su inconformismo y su rebeldía éticas se agrandaban en la misma medida que su profundidad intelectual las hacía consecuentes. Tras años de encuentros intermitentes, en los que se forjó un gran aprecio mutuo, tuve la fortuna de coincidir con él en estas dos últimas décadas en la misma Universidad Pompeu Fabra. Nuestros despachos estaban situados en el mismo pasillo y esto nos daba la oportunidad de conversar frecuentemente. Paco Fernández era un brillante profesor y ensayista, vertientes que él desarrolló siempre en paralelo a su inconmovible militancia política.

Su muerte significa una enorme pérdida desde todos los puntos de vista. Con él desaparece uno de los grandes agitadores de la utopía, si bien permanece su ejemplo y la caja de resonancia de sus ideas. Para mí la pérdida es doble porque se desvanece un referente intelectual y moral y, simultáneamente, se aleja un amigo querido. En el vértice del torbellino de imágenes que ahora me envuelve permanece, como una tierra firme inalterable, la amistad, complicidad y lealtad que nos ha unido durante tantos años.

 

El País, 25/8/2012 

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Rafael Argullol

Rafael Argullol Murgadas (Barcelona, 1949), narrador, poeta y ensayista, es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. Es autor de treinta libros en distintos ámbitos literarios. Entre ellos: poesía (Disturbios del conocimiento, Duelo en el Valle de la Muerte, El afilador de cuchillos), novela (Lampedusa, El asalto del cielo, Desciende, río invisible, La razón del mal, Transeuropa, Davalú o el dolor) y ensayo (La atracción del abismo, El Héroe y el Único, El fin del mundo como obra de arte, Aventura: Una filosofía nómada, Manifiesto contra la servidumbre). Como escritura transversal más allá de los géneros literarios ha publicado: Cazador de instantes, El puente del fuego, Enciclopedia del crepúsculo, Breviario de la aurora, Visión desde el fondo del mar. Recientemente, ha publicado Moisès Broggi, cirurgià, l'any 104 de la seva vida (2013) y Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (2013). Ha estudiado Filosofía, Economía y Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona. Estudió también en la Universidad de Roma, en el Warburg Institute de Londres y en la Universidad Libre de Berlín, doctorándose en Filosofía (1979) en su ciudad natal. Fue profesor visitante en la Universidad de Berkeley. Ha impartido docencia en universidades europeas y americanas y ha dado conferencias en ciudades de Europa, América y Asia. Colaborador habitual de diarios y revistas, ha vinculado con frecuencia su faceta de viajero y su estética literaria. Ha intervenido en diversos proyectos teatrales y cinematográficos. Ha ganado el Premio Nadal con su novela La razón del mal (1993), el Premio Ensayo de Fondo de Cultura Económica con Una educación sensorial (2002), y los premios Cálamo (2010), Ciudad de Barcelona (2010) con Visión desde el fondo del mar y el Observatorio Achtall de Ensayo en 2015. Acantilado ha emprendido la publicación de toda su obra.

 

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