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Turismo fast-food

Por 29 de julio de 2008 Sin comentarios

Rafael Argullol

Rafael Argullol: El turista masificado es alguien que va para aprovecharse y se encuentra muchas veces con lugares clónicos.

Delfín Agudelo: Lo que iba precisamente a mencionar es que no hay mayor diferencia entre esta espiritualidad fast-food, la nueva idolatría y el turismo masificado, en la medida en que todo consiste en un paquete prefabricado donde se da instrucción de qué hacer, cómo verlo y qué sentir. El turista le da vueltas a lo mismo porque tiene que ir a determinados sitios. Puede que no conozca la historia, puede que desconozca su relevancia histórica o arquitectónica, pero aún así es un sitio que es completamente necesario ir a ver. Y pasa exactamente lo mismo con la obra de arte del museo, porque el museo también es comida del turista: tiene que ir a verlos, y tiene que visitar las obras porque quiere sentir esa extraña tranquilidad al decir: "Yo lo vi".

R.A.: El paradigma universal de nuestra época parece realmente que se inspire en la alimentación fast-food. Lo que ocurre es que en la medida en que se sofistica el viaje organizado, esa alimentación sigue siendo fast-food pero se introduce en el consumidor la ilusión de la diferencia y de la particularidad. Fíjate que continuamente lo que se hace es disfrazar el viaje organizado de refinamiento; o lo que se hace es disfrazar esa especie de fast-food de una publicidad o con una publicidad que alude a supuestos lugares enigmáticos, misteriosos. Lo que se quiere es que el consumidor del viaje, sin realizar ninguna aventura, tenga la ilusión de realizarla. Y eso es una perversión muy interesante de nuestra época, porque significa una especie de desdoblamiento o de esquizofrenia a través de la cual tú estás haciendo una cosa, pero de una manera muy masiva se te ha hecho creer que en ese mismo momento estarías haciendo otra. Es decir, estás tomando una hamburguesa McDondals, para volver al símil, y se te hace creer que estás comiendo en el Bulli. Tú, por ejemplo, vas a un viaje organizado a los fiordos nórdicos o a África, y se te hace creer que vivirás la aventura de ir viviendo los descubrimientos climáticos del polo norte, o la vida de los Massai, cuando en realidad todo forma parte de la misma cadena. Y eso es muy interesante porque creo que la gran trampa es de ilusión. Sin eso ya hubiéramos dado toda la vuelta al circuito, creando una sensación de desencantamiento. Lo importante es que, como es sabido, se mantenga el encantamiento, y esto se ha producido durante todas las épocas de la historia. En otras épocas el encantamiento correspondió fundamentalmente a las religiones, o a los ritos impuestos por distintas aristocracias. En nuestra época hay otros encantamientos que marcan esa especie de ilusión de las multitudes.

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Rafael Argullol

Rafael Argullol Murgadas (Barcelona, 1949), narrador, poeta y ensayista, es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. Es autor de treinta libros en distintos ámbitos literarios. Entre ellos: poesía (Disturbios del conocimiento, Duelo en el Valle de la Muerte, El afilador de cuchillos), novela (Lampedusa, El asalto del cielo, Desciende, río invisible, La razón del mal, Transeuropa, Davalú o el dolor) y ensayo (La atracción del abismo, El Héroe y el Único, El fin del mundo como obra de arte, Aventura: Una filosofía nómada, Manifiesto contra la servidumbre). Como escritura transversal más allá de los géneros literarios ha publicado: Cazador de instantes, El puente del fuego, Enciclopedia del crepúsculo, Breviario de la aurora, Visión desde el fondo del mar. Recientemente, ha publicado Moisès Broggi, cirurgià, l'any 104 de la seva vida (2013) y Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (2013). Ha estudiado Filosofía, Economía y Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona. Estudió también en la Universidad de Roma, en el Warburg Institute de Londres y en la Universidad Libre de Berlín, doctorándose en Filosofía (1979) en su ciudad natal. Fue profesor visitante en la Universidad de Berkeley. Ha impartido docencia en universidades europeas y americanas y ha dado conferencias en ciudades de Europa, América y Asia. Colaborador habitual de diarios y revistas, ha vinculado con frecuencia su faceta de viajero y su estética literaria. Ha intervenido en diversos proyectos teatrales y cinematográficos. Ha ganado el Premio Nadal con su novela La razón del mal (1993), el Premio Ensayo de Fondo de Cultura Económica con Una educación sensorial (2002), y los premios Cálamo (2010), Ciudad de Barcelona (2010) con Visión desde el fondo del mar y el Observatorio Achtall de Ensayo en 2015. Acantilado ha emprendido la publicación de toda su obra.

 

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