Xavier Velasco
II. Aquí no vive Prudencia.
Como pasa con tantos amores impuntuales, cuando la conocí ya se había hecho tarde. Según ella jamás la he querido, y si la busco es con la sola idea de obtener un provecho a sus costillas. ¿Qué le voy a decir, si es la pura verdad? La necesito sólo en casos extremos, cuando nadie sino ella es capaz de sacarme del agujero en que me fui a meter; al día siguiente me da por esquivarla, y si se me aparece finjo no conocerla.
A ver, me interroga más tarde con sincero despecho, ¿por qué nunca traté de esa manera a los vicios que más daño me hicieron? ¿Por qué la llamo a ella siempre al final, cuando ya me he cansado de negarla y necesito volver vivo a casa? Nunca me va a entender, aunque le explique. La gente no respeta a quien va por la vida del brazo de una dama como ella. O en todo caso yo no me respetaría, por eso en cuanto puedo le vuelvo la espalda. Es muy corta la vida para andarse paseando con personajes que lo desprestigian a uno ante sí mismo.
Prudencia es esa clase de ninfa comprensiva a la que tantos hombres llaman sólo borrachos y a media madrugada. "Debí haberte hecho caso", le aseguran, buscando nada más que el cobijo fugaz de sus arrumacos. Pero qué va uno a hacer, si ella tampoco pone de su parte. Vamos, que he conocido armadillos con más sex-appeal que ella. Aún así la busco, a escondidas de todos y a sabiendas de que la pobre está tan sola -sus devotos la aburren- que aceptará entregárseme a cambio de no mucho más que un cumplido oportuno y mentiroso.
Ignoro si es porque su mismo nombre no le deja otra opción, pero me maravilla que a estas alturas del jodido torneo me siga devolviendo el saludo. ¿Sería tan imprudente de su parte mandarme de una vez por donde vine? Junto a ella me siento como el perro del anuncio de Coppertone: mi misión en la vida es mortificarla, herir su vanidad, machucar sus pudores. Y ella, que al fin virtud es buena de cachonda, planta el otro cachete y pide más. En una de éstas, ya sé por qué me aguanta.
Mañana: III. Justa, pero no apretada.