
Eder. Óleo de Irene Gracia
Rafael Argullol
Rafael Argullol: Por eso el paseo urbano era básico como territorio del descubrimiento y debo reconocer que en los últimos años el paseo se está convirtiendo físicamente imposible. Por lo menos en Barcelona, con la densidad demográfica, por la cantidad de habitantes por metro cuadrado, por la presencia de determinados obstáculos cada vez más difíciles.
Delfín Agudelo: Ahora contemplamos el paseo como actividad entre un lugar en la ciudad y otro- caminar hasta el trabajo, caminar hasta la universidad, caminar hasta la plaza. Pero en este caso el paseo no se lleva a cabo en sí mismo, sino que es una alternativa a no tomar cualquier medio de transporte. Se lleva a cabo como alternativa de movimiento, mas no como núcleo creador de la cultura.
R.A.: Casi lo llevaría a un último capítulo de la historia del paseante, porque la relación entre cultura y paseo es una relación que viene de la Grecia clásica, y que el peripatético era alguien que conversaba, filosofaba o militaba a través del paseo individual o de la complejidad con amigos, y atravesaría distintos siglos. Quisiera recordar un texto maravilloso de Petrarca en el cual explica su ascensión al Mount-Ventoux en Provença y esa ascensión es un auténtico modelo de paseo entre la edad media y el renacimiento. Y no digamos la importancia del paseo en el siglo XVIII y siglo XIX. Ahora en determinadas ciudades francesas, alemanas y españolas nos encontramos con el "paseo de los artistas", o "el paseo de los poetas", que tenía mucho que ver con la creación de cultura. O alrededor del café o de la copa, o caminando. Creo que eran las dos actitudes, y la tercera escribiendo. La cultura se ha hecho con los pies caminando, conversando, y con la pluma escribiendo. Y esto ha entrado en una situación de colapso en estos días.
Por esto me da la impresión que en nuestras grandes ciudades lo literario ha dado una vuelta de tuerca, y en lugar de aspirar a ser la ciudad colectivamente, la multitud colectivamente el protagonista, como puede ser Berlin Alexanderplatz de Döblin, ahora cada vez tendremos más el pequeño relato fragmentario de la micrópolis o del barrio, y por eso no tiene que llamarnos la atención que por ejemplo en ciudades como Barcelona vayan a convivir relatos magrebíes, dominicanos, etc., cada uno en el pequeño territorio del entorno, mientras que por el otro lado el conjunto orgánico de la ciudad es profundamente amnésico, profundamente enemigo del relato. Se crean simulacros de relatos de la megápolis que son iguales en todos lados, y es muy probable que el relato de nuestros días sobreviva en los entresijos de la gran ciudad.