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Resplandor y vacío

Por 26 de marzo de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Rafael Argullol

Rafael Argullol: Creo que esta dinámica, este vaivén, mirada doble o tensión entre estas dos miradas es lo que da una gran profundidad y eficacia al cine de Kubrick.

Delfín Agudelo: Pienso en el vaivén de El resplandor. Todos tenemos la imagen de Jack Torrance persiguiendo a su hijo por el laberinto con el hacha; pero siempre que veo la película, lo más aterrador es el espacio, es la creación del espacio. La simple idea de un hotel que queda alejado de la civilización durante el invierno, la nieve y la soledad de las habitaciones perfectamente arregladas… hay un vaivén muy bien llevado entre el personaje y el escenario: el hotel es Torrance y Jack es el hotel. Encontramos tanto cierta dignidad de la suntuosidad a la vez que el terror más espeluznante.

R.A.: Creo que esto está hecho con una intencionalidad y meticulosidad exacta como casi todo lo que hay en el cine de Kubrick, donde me atrevería a decir que no hay un solo fotograma de sobra o dejado al azar. Me parece que El resplandor es una muestra privilegiada de esto y sobre todo en una dirección, una dirección que cuando la piensas encuentras que es magistral: hay una especie de sucesión de vacíos. El vacío del hotel que citas, de este gran hotel cerrado, está circundado por otro gran vacío, que es el de las montañas: un vacío sublime de las grandes cordilleras, el cual está a su vez rodeado por otro vacío, que es el cósmico, que Kubrick nos muestra varias veces a través del cielo tanto diurno como nocturno. Pero si el zoom lo miramos en dirección contraria, esos tres vacíos -el cósmico, el de las montañas, el del hotel- tienen su continuación en el gran vacío de la hoja en blanco. La cuestión crucial que aquí se produce es que un escritor se encierra en ese lugar para crear. Y al crear sucumbe al triple vacío que acabo de indicar, pero ese triple vacío se traslada a su propia hoja de papel donde él irá repitiendo de manera obsesiva las mismas frases. Consiste en el famoso tema del vacío de la hoja en blanco, en el vacío del acto anterior a la creación, en ese juego continuo en una dirección y en la otra: el vacío de la hoja, del hotel y de la naturaleza cósmica. Lo cual llega a crear un efecto verdaderamente terrorífico: el auténtico terror de la película, que es un terror metafísico, es el terror del momento anterior a la creación; es el terror de un mundo no articulado, no creado, no habitado en el fondo. Es como una especie de deshabitación del mundo, y eso crea un terror psicológico extraordinario que acaba trasladándose al espectador. Es probable que en el primer plano el miedo y el terror se produzcan a través de las persecuciones que se dan en la película, es un primer nivel. Pero el verdadero terror de la película y su eficacia es el terror metafísico sobre el cual se apoya.

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Rafael Argullol

Rafael Argullol Murgadas (Barcelona, 1949), narrador, poeta y ensayista, es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. Es autor de treinta libros en distintos ámbitos literarios. Entre ellos: poesía (Disturbios del conocimiento, Duelo en el Valle de la Muerte, El afilador de cuchillos), novela (Lampedusa, El asalto del cielo, Desciende, río invisible, La razón del mal, Transeuropa, Davalú o el dolor) y ensayo (La atracción del abismo, El Héroe y el Único, El fin del mundo como obra de arte, Aventura: Una filosofía nómada, Manifiesto contra la servidumbre). Como escritura transversal más allá de los géneros literarios ha publicado: Cazador de instantes, El puente del fuego, Enciclopedia del crepúsculo, Breviario de la aurora, Visión desde el fondo del mar. Recientemente, ha publicado Moisès Broggi, cirurgià, l'any 104 de la seva vida (2013) y Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (2013). Ha estudiado Filosofía, Economía y Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona. Estudió también en la Universidad de Roma, en el Warburg Institute de Londres y en la Universidad Libre de Berlín, doctorándose en Filosofía (1979) en su ciudad natal. Fue profesor visitante en la Universidad de Berkeley. Ha impartido docencia en universidades europeas y americanas y ha dado conferencias en ciudades de Europa, América y Asia. Colaborador habitual de diarios y revistas, ha vinculado con frecuencia su faceta de viajero y su estética literaria. Ha intervenido en diversos proyectos teatrales y cinematográficos. Ha ganado el Premio Nadal con su novela La razón del mal (1993), el Premio Ensayo de Fondo de Cultura Económica con Una educación sensorial (2002), y los premios Cálamo (2010), Ciudad de Barcelona (2010) con Visión desde el fondo del mar y el Observatorio Achtall de Ensayo en 2015. Acantilado ha emprendido la publicación de toda su obra.

 

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