Rafael Argullol
Delfín Agudelo: Yo me pregunto los doctores y la medicina en general qué mecanismos tienen para hacer entender o intentar persuadir el cómo comprender el cuerpo humano, porque constantemente nos dicen que se puede hacer esto, que no se puede hacer aquello; lo haces durante una época y luego sale una investigación diciendo que no es recomendable. Estos encantamientos están en constante elaboración y negación, siendo muy difícil saber qué es lo que tienes que hacer para ser saludable.
R.A.: Pienso que en nuestra época, más que despertar la curiosidad respecto al funcionamiento de la vida y del cuerpo humano en concreto, hay es una aplicación muy insistente de dos mitos universales, atemporales, que se han reflejado muchísimas veces en la historia de nuestra cultura, y son el mito de la eterna juventud y el mito de la inmortalidad. Lo que resulta realmente eficaz de cara a las multitudes y a los públicos y consumidores es el ofrecer si no la inmortalidad, sí una vida muy prolongada; y si no la eterna juventud en el sentido completamente estricto, sí aquello más parecido a la eterna juventud. Yo creo que en nuestra época se ha convertido en uno de los principales negocios que hay en el mundo, de la misma manera que el turismo organizado es uno de los grandes negocios del mundo globalizado: la industria de la salud prácticamente mueve unos volúmenes parecidos. Eso por ejemplo lo encontramos perfectamente reflejado en los medios de comunicación que siempre son los encargados de transmitir popularmente los encantamientos. Tanto las televisiones como periódicos y radios han ensanchado muchísimo los anuncios dedicados a la salud: pero si lo consideramos detalladamente, esos espacios fundamentalmente se dirigen a prometer a la humanidad esa doble quimera de la eterna juventud y de la inmortalidad. En ese sentido, hay todo un negocio con su oferta, demanda, promesas, hipotecas y seguros, alrededor de esas dos cuestiones que son centrales. Creo que en general, a los lectores o a los espectadores de la televisión el funcionamiento del cuerpo humano les interesa minoritariamente; en cambio todos aquellos consejos más o menos demagógicos y esotéricos vinculados a esa prolongación de la vida y juventud eterna son seguidos apasionadamente.