Rafael Argullol
Rafael Argullol: El americano tiene la certidumbre de una mezcla constante de linajes de las mitologías de estos linajes, de los sueños, las pesadillas, las historias macabras, los suicidios, los prodigios, que cada uno va aportando. Y ahí se van creando centauros continuamente. Lo híbrido es una creación continua.
Delfín Agudelo: En ese reconocimiento de híbridos el punto de partida es la época de la conquista, porque es la importación de un discurso. Es el discurso lógico renacentista europeo, con elementos medievales que relucen teniendo en cuenta que España era al país más católico y más aferrado a la iglesia, y lo que implicó necesariamente la institución de la Inquisición; para dar un caso preciso, en Cartagena de Indias: acusaciones de brujería, cuando apenas era una figura retoñando entre la población americana. Europa ya había cumplido unos doscientos o trescientos años de brujas, empezando por la gran cacería de brujas en Alemania bajo Conrado de Marburgo, y de repente llegan a América a importar el discurso de la bruja, a acusar al criollo de brujería. Utilizar el Malleus Maleficarum para juzgar a un indígena de brujería. Pero claro, lo que se ve obligado a hacer es a acumular la bruja en su realidad, sin entender muy bien por dónde, pero obliga a la creación de ese centauro, ese ser mitológico: en al zona cafetera colombiana encuentras elementos medievales, y siguen allí, incólumes, que han quedado frescos desde una conquista religiosa y discursiva.