Andrés Ortega
"La gente venía a ver a Juan Pablo II; a Benedicto XVI le viene a escuchar", se dice en Roma (según cita George Weigel en el último número de Newsweek). El Papa al que se escucha más que se ve, llegó ayer en su primera visita a Estados Unidos, y la verdad es que no se mordió la lengua pues entre sus primeras declaraciones se declaró profundamente avergonzado por los sacerdotes pedófilos que han causado escándalo en EE UU. Por vez primera el presidente no lo recibió en la Casa Blanca sino que se desplazó él mismo al aeropuerto. Y es que hay mucho en común entre este presidente, convertido durante una época en teólogo en jefe en su país, y el Papa alemán en un país en que un 25% de la población se declara católica aunque Ratzinger no conecte bien con ella.
Naturalmente, este viaje tiene una dimensión americana clara, en uno de los países más religiosos de la Tierra. La gran sesión de masas será en un estadio de Nueva York. Pero a los de fuera, lo que más nos interesa es qué diga Benedicto XVI en su discurso a la Asamblea General el próximo viernes. Pues sin duda apoyará el multilateralismo, las Naciones Unidas y la paz -de Bush le ha separado la guerra de Irak- y se sumará a la campaña contra la pena de muerte. Pero previsiblemente, a juzgar por anteriores ocasiones, introducirá en ella su directa oposición al aborto. De hecho, con Bush (y antes de él lo impuso un congreso dominado por los republicanos) EE UU ha dejado de financiar campañas de la ONU sobre el control de la natalidad que no condenen la interrupción voluntaria del embarazo. En esto -en este creciente conservadurismo que se ha ido adueñando del mundo- coincide con algunos países islámicos o islamistas como Arabia Saudí o Irán. Benedicto XVI, tras unos inicios nada certeros como su conferencia en Regensburg, ha intentado lanzar un diálogo muy peculiar entre el cristianismo/catolicismo y el islam, que en parte es un diálogo entre fundamentalismos.
Lo que interesará, esta vez no en Roma sino en Nueva York no es lo que parezca el Papa, sino lo que diga. Habrá que estar atentos.