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La educación sensorial

Por 26 de diciembre de 2007 Sin comentarios

Rafael Argullol

Teoría literariaRafael Argullol: Los malos profesores y malas facultades enseñan una filosofía que está más allá de todas las pasiones. Y los malos artistas creen que el arte está más allá de toda idea, o que tiene que prescindir de las ideas.

Delfín Agudelo: ¿Pero están acaso en imposible diálogo la academia con el quehacer creativo literario? Muchos estudiantes ingresan a facultades de humanidades o carreras de literatura porque quieren aprender a escribir literatura. No su análisis, sino la materia propiamente dicha. Con una buena directriz, pienso que esto es posible. Pero también lo es que un joven escritor naufrague en los mares de la crítica y del análisis comparativo.

R.A.: Yo, desde luego, nunca le recomendaría la facultad de humanidades a un aprendiz de escritor o a todo adolescente que le fascinara la idea de llegar a ser escritor. Siempre recomendaría estudiar medicina, o biología, o mineralogía, o geografía; es decir, algo que tuviera que ver con la sensorialidad del mundo. La escritura ya surgiría de ahí. En general, tal como están concebidas las humanidades, son auténticas fábricas para alejar a un adolescente que esté bien dotado de la escritura porque son como fábricas que cultivan la abstracción y un alejamiento de la vida, de los conocimientos actuales. A mi modo de ver, esto es muy peligroso. Los estudios en estas condiciones alejan al estudiante, justifican su propio egotismo y solipsismo, su propia endogamia. Una vez estudiadas las cosas del mundo, sí que haría una especie de estudios especiales, raros, de humanidades. Pero lo haría después, como consecuencia del contacto entre lo físico y lo sensorial. A partir de ahí, te podrías enfrentar con cosas más vinculadas a las humanidades.

D.A.: Así que la educación sensorial no podría venir del estudio académico de la literatura.

R. A.: Es por lo que te decía al principio: la literatura nunca ha sido consecuencia de los estudios de literatura. Ha sido consecuencia de las guerras, de los viajes, de la aventura, del descubrimiento, de las drogas, del alcohol; pero casi nunca ha sido consecuencia de los estudios de literatura. Los estudios de literatura son una especie de taxidermia de la experiencia literaria que puede estar muy bien si quien recibe esta taxidermia es alguien que está dispuesto a estar en contacto con la vida viva. Pero si quien recibe esta taxidermia va enmudeciendo, se va volviendo el mismo animal disecado —un cadáver—, difícilmente saldría algo . Ese es también el riesgo de la teoría literaria, que está muy bien para leerla si eres guardia forestal o si estudias los delfines; pero el escritor que se encierra en la teoría literaria es un suicida, porque la teoría literaria es como una especie de gran justificación, monstruosa justificación alrededor del hecho literario que acostumbra a culminar en un vaciamiento profundo de la matriz misma del hecho literario. No veo por qué se tienen que superponer los estudios de literatura y la literatura, de la misma manera que soy tremendamente escéptico respecto a los talleres de literatura, las escuelas creativas de literatura, todos estos montajes que existen actualmente. No creo que jamás salga un escritor de todos estos montajes, jamás. Un escritor sale porque a determinada edad, generalmente muy joven, tiene la ilusión de ser escritor, luego se lanza al mundo, a la literatura; pero no porque vaya a un taller creativo de escritura, que es una cosa más bien patética.
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Rafael Argullol

Rafael Argullol Murgadas (Barcelona, 1949), narrador, poeta y ensayista, es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. Es autor de treinta libros en distintos ámbitos literarios. Entre ellos: poesía (Disturbios del conocimiento, Duelo en el Valle de la Muerte, El afilador de cuchillos), novela (Lampedusa, El asalto del cielo, Desciende, río invisible, La razón del mal, Transeuropa, Davalú o el dolor) y ensayo (La atracción del abismo, El Héroe y el Único, El fin del mundo como obra de arte, Aventura: Una filosofía nómada, Manifiesto contra la servidumbre). Como escritura transversal más allá de los géneros literarios ha publicado: Cazador de instantes, El puente del fuego, Enciclopedia del crepúsculo, Breviario de la aurora, Visión desde el fondo del mar. Recientemente, ha publicado Moisès Broggi, cirurgià, l'any 104 de la seva vida (2013) y Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (2013). Ha estudiado Filosofía, Economía y Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona. Estudió también en la Universidad de Roma, en el Warburg Institute de Londres y en la Universidad Libre de Berlín, doctorándose en Filosofía (1979) en su ciudad natal. Fue profesor visitante en la Universidad de Berkeley. Ha impartido docencia en universidades europeas y americanas y ha dado conferencias en ciudades de Europa, América y Asia. Colaborador habitual de diarios y revistas, ha vinculado con frecuencia su faceta de viajero y su estética literaria. Ha intervenido en diversos proyectos teatrales y cinematográficos. Ha ganado el Premio Nadal con su novela La razón del mal (1993), el Premio Ensayo de Fondo de Cultura Económica con Una educación sensorial (2002), y los premios Cálamo (2010), Ciudad de Barcelona (2010) con Visión desde el fondo del mar y el Observatorio Achtall de Ensayo en 2015. Acantilado ha emprendido la publicación de toda su obra.

 

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