Rafael Argullol
Rafael Argullol: El sabio nunca es el artista, porque el sabio siempre aspira a un equilibrio, a un estar más allá de las pasiones, mientras que el artista está continuamente tentado por el propio abismo.
Delfín Agudelo: El abismo tiene entonces la misma dimensión que el laberinto, ya que el artista se siente seducido por su centro mientras que el sabio tan solo conoce su periferia. Me pregunto si esta diferenciación es moderna, o si la cultura occidental siempre ha abogado por esta disyuntiva.
R.A.: Yo pienso que en la tradición occidental hay una fuerte implantación de la diferencia de estas figuras-y hablamos de "sabio" como el hombre que quiere adquirir cierto conocimiento de sí mismo y cierto conocimiento de la vida. Probablemente en otras tradiciones esta disociación de figuras no es tan clara. Soy gran admirador de los escritos de Ibn Arabi, quien siempre propugna la superación de esa diferencia. Por lo que puedo conocer de la propia tradición hindú, ha habido una gran tendencia a integrar las dos siluetas. E incluso diría que en la tradición europea ha habido países donde ambas figuras han tenido también una cierta unificación. Pienso en la literatura rusa del siglo XIX, en Pushkin, Dostoievsky, Tolstoi y Gogol, que son grandes literatos y también grandes pensadores. En cambio, vemos con frecuencia en la tradición occidental un choque entre el pensador y el artista, como si hubiera una división del trabajo entre el mundo de las ideas y el mundo de las sensaciones-división ampliamente criticada, Goethe o Paul Valéry son dos ejemplos. Pienso que las dos figuras deberían integrarse, si bien reconozco que en nuestra tradición occidental esta diferenciación de ámbitos y figuras se debe a criterios enraizados en la Grecia misma.
D.A.: Recuerdo un episodio en particular. En los juicios a Oscar Wilde, Edward Carson lee un poema del irlandés, preguntándole si le parece "bello". Wilde le responde que depende de la manera como se lee, y que en su caso, lo lee muy mal-haciendo eco de cómo la belleza sólo puede ser comprendida por los elegidos. La respuesta de Carson es lapidaria: le dice que, teniendo en cuenta todo lo que ha escuchado y leído hasta el momento, siente alegría por no ser un artista. Y seguramente dijo esto pretendiendo ser un sabio.