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Galería de espectros: el contemplador del cementerio

Por 12 de marzo de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Rafael Argullol

Rafael Argullol: Hoy en mi galería de espectros he vislumbrado el espectro del contemplador del cementerio.

Delfín Agudelo: ¿Te refieres a El cementerio marino de Valéry?

R.A.: Me refiero a él. Aconsejaría a cualquiera de nuestros lectores o de nuestros corresponsales que si ha leído El cementerio marino de Valéry y tiene la oportunidad de pasar o volver a Barcelona, se dirigiera al cementerio de Montjuic, de esta ciudad, porque allá podría encontrar una situación exacta a la que tiene el contemplador de este gran poema del siglo XX. Valéry se refiere al cementerio de su ciudad natal, Sète, en el sur de Francia, y ese cementerio está exactamente colocado con la misma disposición que el nuestro de Montjuic. En los dos casos son montañas que ya fueron necrológicas en el mundo romano, en la necrópolis del mundo romano, y eran pequeñas colinas que se alzaban sobre las ciudades y donde se situaba el lugar de los muertos. Tanto desde el cementerio de Sète como el nuestro de Montjuic tienes un amplísimo panorama del mar mediterráneo delante, con lo cual la disposición del contemplador es la misma desde el lugar sagrado, desde el lugar de los muertos donde se puede llegar a observar en toda su magnificencia el mar mediterráneo y sus evoluciones cromáticas. Y uno puede intentar seguir la misma experiencia que propone Valéry en su poema: uno puede mirar el mar en un día despejado el mar al medio día -lo que Valéry llama medio día de justo-, contemplar el mar, el efecto de deslumbramiento que produce el sol sobre la superficie del mar. Ese deslumbramiento es lo que Valéry de alguna manera identifica con el vacío y con la nada, con una especie de esencia del mundo, de plenitud del mundo, que es al mismo tiempo el vacío que deja al hombre anonadado, indefenso. Y a continuación puede seguir con el poema y ver cómo alejado el mediodía el cielo va adquiriendo los distintos tonos cromáticos del mediterráneo, va adquiriendo los distintos matices de la vida, y así entender mucho más el razonamiento de Valéry:  mientras que el medio día nos deslumbra y nos anonada con su propia perfección blanca, para llegar realmente a vivir la experiencia de la vida es necesario el declinar del sol y el contraste con los distintos matices del color que son exactamente los matices de la existencia. En definitiva, y así concluye el poema, más allá de ese conocimiento esencial o metafísico que pueda proporcionar la luz, quien llegue a conocer la existencia humana es aquél que como el nadador que se introduce en el agua es capaz de ir definiendo el contraste de los sentidos. Difícil encontrar un poema donde haya tal equilibrio entre el conocimiento sensual o sensitivo y el conocimiento de lo físico.

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Rafael Argullol

Rafael Argullol Murgadas (Barcelona, 1949), narrador, poeta y ensayista, es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. Es autor de treinta libros en distintos ámbitos literarios. Entre ellos: poesía (Disturbios del conocimiento, Duelo en el Valle de la Muerte, El afilador de cuchillos), novela (Lampedusa, El asalto del cielo, Desciende, río invisible, La razón del mal, Transeuropa, Davalú o el dolor) y ensayo (La atracción del abismo, El Héroe y el Único, El fin del mundo como obra de arte, Aventura: Una filosofía nómada, Manifiesto contra la servidumbre). Como escritura transversal más allá de los géneros literarios ha publicado: Cazador de instantes, El puente del fuego, Enciclopedia del crepúsculo, Breviario de la aurora, Visión desde el fondo del mar. Recientemente, ha publicado Moisès Broggi, cirurgià, l'any 104 de la seva vida (2013) y Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (2013). Ha estudiado Filosofía, Economía y Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona. Estudió también en la Universidad de Roma, en el Warburg Institute de Londres y en la Universidad Libre de Berlín, doctorándose en Filosofía (1979) en su ciudad natal. Fue profesor visitante en la Universidad de Berkeley. Ha impartido docencia en universidades europeas y americanas y ha dado conferencias en ciudades de Europa, América y Asia. Colaborador habitual de diarios y revistas, ha vinculado con frecuencia su faceta de viajero y su estética literaria. Ha intervenido en diversos proyectos teatrales y cinematográficos. Ha ganado el Premio Nadal con su novela La razón del mal (1993), el Premio Ensayo de Fondo de Cultura Económica con Una educación sensorial (2002), y los premios Cálamo (2010), Ciudad de Barcelona (2010) con Visión desde el fondo del mar y el Observatorio Achtall de Ensayo en 2015. Acantilado ha emprendido la publicación de toda su obra.

 

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