
Eder. Óleo de Irene Gracia
Rafael Argullol
Rafael Argullol: La plaza pública tiene que ser para aquellos ideales que el hombre ha ido forjando, y para aquellas leyes que el hombre se ha ido otorgando siempre a través de ese dinamismo de buscar una humanidad mejor. Por esto la religión no tiene nada que ver aquí.
Delfín Agudelo: Los ejemplos de la esfera privada y Tony Blair me recuerdan los casos que sucedieron en Madrid hace unos meses en los cuales hubo una guerra de publicidad en los autobuses: por un lado los ateos le hacían publicidad al ateísmo por el otro lado los creyentes le hacían publicidad a Dios. Me pareció alucinante.
R.A.: A mí me pareció grotesco. El eslogan ya había aparecido previamente, ya lo había visto yo en autobuses de Londres: "Dios probablemente no existe, por tanto vive tranquilamente la vida"; frente a eso contestaron los católicos con una contrapropaganda. Me parece estúpida tanto una cosa como la otra. La consigna puesta en marcha por los ateos es absurda porque tú puedes vivir el placer de la vida igualmente creyendo o no en la existencia de dios. En el fondo depende también de la calidad de ese dios, de la idea que tienes de ese dios. No me considero tanto ateo como agnóstico: tengo una idea personalísima de lo divino. Necesito esa idea de lo divino para trascender lo puramente utilitario y pragmático de la vida cotidiana. Ahora, no es un dios canónico, no es un dios doctrinal: tengo un dios muy personal. En ese sentido me parece estúpido que se hubiera generado esa propaganda anti-dios en los autobuses; sin embargo, me pareció más estúpido que la iglesia católica contestara con una contrapropaganda, dado que la iglesia ya tiene suficientes canales de publicidad habituales como para tener que gasta el dinero en autobuses. Ya sabemos en qué la iglesia cree y que a través de esos canales, universidades y escuelas, defiende esa existencia. Me pareció una polémica típica de una época como la nuestra en el que la ausencia de grandes ideales y de valores fuertes lleva muchas veces a lo que podríamos llamar polémicas o debates de lavadero, esto es, de escasísima altura. El tema de fondo es aquél de la espiritualidad. Se puede tener una espiritualidad riquísima y completísima siendo agnóstico, y se puede también tener siendo religioso. Pero conozco muchísima gente que se declara religiosa y ultrarreligiosa, pero aún son así de espiritualidad nula.
Volviendo a los cambios recientes que aparentemente se están dando en Estados Unidos me parece que es saludable (y no nos informa para nada de la espiritualidad de Obama, que probablemente es un tipo mucho más espiritual que Bush) esa especie de salida de Dios del escenario del poder; me parece muy saludable que el consejo de ministros americanos no empiece y termine rezando como hacían Bush y sus ministros ultraconservadores, porque en definitiva cuando dios está más a salvaguarda, cuando está en su mejor momento, es cuando no se le hace estar en el escenario del poder. Y el cambio de telepredicadores por científicos, en principio, debería estar muy bien recibido. Es muy pronto para hablar del tema de la política internacional o del terreno de las supuestas soluciones económicas; por esto, lo mejor que ha hecho simbólicamente ha sido la eliminación de lo religioso de la esfera íntima del poder.