Rafael Argullol

Delfín Agudelo: Claramente: se trata de Carla Bruni en el aeropuerto de Orly entre los cardenales.
R.A.: Para mí es la fotografía o imagen simétrica de la que comentamos en la última ocasión, en la que el sumo sacerdote se adentraba solemnemente en el país de los escépticos y de los ilustrados a través de ese magnetismo mutuo. Aquí lo que nos encontramos es una recreación, veo yo, del motivo bíblico de Susana y los viejos. Por un lado la atracción erótica de alguien que se ha convertido en un ícono del sensualismo y del erotismo poderoso de nuestros días, rodeada por cuatro guardianes que, a pesar de su seriedad y rigidez, parecen estar completamente satisfechos de la presencia de esa mujer sensual. Y también diría al revés: ella misma parece extraordinariamente contenta de verse rodeada por esa escolta de apariencia inquisitorial, que la rodea. Remarcaría también aquí el contraste de colores de esta fotografía: por un lado este cinturón, esa cinta roja de mando propia de los cardenales católicos, y por otro lado ese gris austero, culminado con un gesto en el que Carla Bruni se toca el cabello; gesto lleno de gracia, de hechizo, que equilibra el poder de la púrpura cardenalicia. Por lo tanto sería una versión de Susana y los viejos con la variante de que en este caso Susana no se siente para nada violentada ni escandalizada, sino más bien muy cómoda en el paisaje que está viviendo.