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Angustia de la perfección

Por 27 de marzo de 2008 Sin comentarios

Rafael Argullol

Rafael Argullol: En nuestro mundo, llegar al paraíso es una especie de juego sin reglas, cosa que se advierte en nuestros días en que renacen los mitos de la inmortalidad y la eternidad en la medicina, en la genética, en la bioquímica, y hay una especie de lucha de todos contra todos y una incorporación plena de la rapiña capitalista a lo que es la formulación contemporánea de estos mitos.

Delfín Agudelo: En estos mitos siempre se da la misma condición: el humano toma el papel de Dios. Tu mención a Blade Runner repite lo de Frankenstein: la creación se rebela ante el creador. Por esto se considera la novela de Mary Shelley como una de las primeras obras de ciencia ficción, puesto que es un tema muy recurrente, casi el juego teatral del hombre como dios y su criatura que se va en contra suyo, que no es más que una puesta en escena que sucede una vez se derrumba el esquema cristiano, o la muerte del dios teológico Otro caso claro es 2001: Odisea al espacio, sobre todo cuando el computador central Hal no deja entrar al hombre a la nave espacial, y es la “criatura” diciéndole al creador: “Usted está alterado, no puedo dejarlo entrar, quiero mucho a esta máquina”; es prácticamente la máquina hablando del humano como un virus que no quiere dejar entrar en su cuerpo. La humanidad se ha encargado de hacer variaciones sobre la idea del paraíso perdido, del ser primigenio una vez desarrollado que va en contra.

Rafael Argullol: Son variaciones sobre un esquema mucho más antiguo que el que puede formular la ciencia ficción moderna. En realidad la ciencia ficción moderna es hija directa de la ciencia ficción antigua, que eran los mitos antiguos, incluidos los bíblicos. El problema de Hal en 2001, de los replicantes en Blade Runner o de la criatura en Frankenstein es que nosotros pretendemos la perfección: cuando queremos reconstruir el paraíso queremos reconstruir una perfección respecto a la cual tenemos nostalgia. Al reconstruir esa perfección intentamos precisamente que no tenga nuestros sentimientos imperfectos, nuestras sensaciones e angustias imperfectas. Lo que ocurre es que a través de ese juego de espejos al que antes aludía, resulta que todas esas criaturas, cuanto más perfectas técnicamente las creamos, más incorporan nuestras propias imperfecciones o tensiones y contradicciones espirituales. ¿Qué ocurre con la criatura Frankenstein? Que incorpora problemas típicamente humanos cuando su creador había querido para su criatura una gran perfección física, pero sin las tensiones espirituales típicas humanas. ¿Qué ocurre con los replicantes? Su creador también quería de alguna manera cuerpos perfectos dotados de belleza extraordinaria para funciones determinadas, pero no quería que se incorporara la ambivalencia e inestabilidad emocional, que es lo que finalmente se incorpora, y ellos mismos acaban preguntándose por el tiempo y la muerte. Hasta el ordenador Hal es tan perfecto que en un momento determinado sus combinaciones técnicas le llevan a concebir sentimientos, entre éstos el de los celos, uno de los más manifiestos de nuestra herida simbólica inicial. Esta es la paradoja: cuando nosotros sentimos nostalgia del paraíso, queremos crear un paraíso, pero quisiéramos que este paraíso fuera tan perfecto que no incorporara nuestras propias contradicciones. Pero inevitablemente, como en un juego de contagio, se lo damos; es una rueda cósmica que parece que rige toda la vida.

 

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Rafael Argullol

Rafael Argullol Murgadas (Barcelona, 1949), narrador, poeta y ensayista, es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. Es autor de treinta libros en distintos ámbitos literarios. Entre ellos: poesía (Disturbios del conocimiento, Duelo en el Valle de la Muerte, El afilador de cuchillos), novela (Lampedusa, El asalto del cielo, Desciende, río invisible, La razón del mal, Transeuropa, Davalú o el dolor) y ensayo (La atracción del abismo, El Héroe y el Único, El fin del mundo como obra de arte, Aventura: Una filosofía nómada, Manifiesto contra la servidumbre). Como escritura transversal más allá de los géneros literarios ha publicado: Cazador de instantes, El puente del fuego, Enciclopedia del crepúsculo, Breviario de la aurora, Visión desde el fondo del mar. Recientemente, ha publicado Moisès Broggi, cirurgià, l'any 104 de la seva vida (2013) y Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (2013). Ha estudiado Filosofía, Economía y Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona. Estudió también en la Universidad de Roma, en el Warburg Institute de Londres y en la Universidad Libre de Berlín, doctorándose en Filosofía (1979) en su ciudad natal. Fue profesor visitante en la Universidad de Berkeley. Ha impartido docencia en universidades europeas y americanas y ha dado conferencias en ciudades de Europa, América y Asia. Colaborador habitual de diarios y revistas, ha vinculado con frecuencia su faceta de viajero y su estética literaria. Ha intervenido en diversos proyectos teatrales y cinematográficos. Ha ganado el Premio Nadal con su novela La razón del mal (1993), el Premio Ensayo de Fondo de Cultura Económica con Una educación sensorial (2002), y los premios Cálamo (2010), Ciudad de Barcelona (2010) con Visión desde el fondo del mar y el Observatorio Achtall de Ensayo en 2015. Acantilado ha emprendido la publicación de toda su obra.

 

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