Rafael Argullol
"¡La especie humana no merece sobrevivir!".
Esta es la conclusión a la que llegan los dioses
-las más sutiles criaturas de nuestros sueños-
tras examinar largamente
las violencias y rapiñas de los hombres.
Lo justo sería su exterminio.
Pero luego los dioses, volubles ellos mismos,
se enamoran de ese varón, de esa mujer,
de ese anciano que cae con dignidad,
de ese niño que ríe alegremente,
ajeno todavía a los crímenes y a las condenas.
"¡Demos a los hombres todavía un plazo!".