Rafael Argullol
Siento nostalgia del alquimista
que, atento a la retorta,
únicamente sueña con la piedra filosofal,
sin que otros anhelos
distraigan su atención y desgasten su fuerza.
Es verdad que su desafío es desmesurado,
y a casi todos les parece
la alucinación de un temerario
o la última locura de un iluso.
Es posible que tengan razón.
Pero yo envidio la fe del alquimista,
su perseverancia, su pasión,
su suprema indiferencia ante las burlas,
el pensamiento de fuego que le alienta:
quien nada busca nada obtiene.
El alquimista sueña con el Gran Todo.
Eso es lo que cuenta, al fin y al cabo.
Que exista o no la piedra filosofal, ya se verá.