Rafael Argullol
Antes del anochecer
un azul sobrenatural se apoderó del horizonte,
un azul que no se parecía
a ninguno de los azules
que habíamos visto en los infinitos juegos
entre el cielo y el mar.
La playa se paralizó:
los pescadores dejaron de recoger las redes,
los niños abandonaron los castillos de arena,
las comadronas cesaron en sus cotilleos,
las muchachas helaron sus ardientes risas,
los hombres miraron hacia lo alto.
Todos enmudecimos porque aquel color
era distinto a todos los colores del mundo.
Aquel azul no formaba parte de la naturaleza,
no había pertenecido a la paleta de ningún pintor,
no era el paisaje de ninguna fotografía.
Era, en cierto modo, el azul
que todos los que estábamos en la playa
habíamos deseado ver.
Pero cuando desapareció del horizonte
nadie hizo el menor comentario.
Ya no tenemos respuestas.
Ya no tenemos preguntas.