Rafael Argullol
Algo le fue prometido
a este hombre, sin que él lo pidiera.
Desde entonces camina, solo,
por las calles de la ciudad,
por los oscuros senderos del bosque,
por los arenales y las salinas,
sin tregua, sin descanso,
con las pupilas fijas en un punto del futuro
que siempre se mantiene en la misma lejanía.
Así pasan los días, así pasan los años.
El caminante no ceja en su empeño.
Quiere que se cumpla lo prometido.
¡Al fin y al cabo él nada pidió!