Rafael Argullol
El fuego del volcán
derrite la nieve que rodea al cráter,
y ahora sé que en esa noche
se halla, palpitante, toda nuestra representación,
el hermanamiento del beso y el castigo,
el juego de la eternidad con el instante.
Sobre el Etna, rojizas en el cielo,
aparecen las máscaras del drama y la comedia,
y con ellas el entero relato de nuestra vida.
Podría decir que no ha valido la pena.
Pero mentiría, y no se puede mentir
en presencia de las máscaras celestes.
Valió la pena, nieve;
valió la pena, fuego.