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Israel está en peligro

Por 14 de enero de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Lluís Bassets

La acción armada es una forma de transformar el mundo a través de la destrucción y de la muerte. Quien la emprende se propone modificar el estado de las cosas violentamente a la vista de que no puede o no le conviene hacerlo con el empleo de otros medios. El gobierno de Israel espera obtener un debilitamiento lo más grande posible de Hamas, el partido terrorista que gobierna en Gaza y que ha crecido al amparo precisamente de las políticas empleadas con los palestinos en los últimos años. Puede ser que lo consiga. Puede ser que consiga su desaparición, aunque hay mucho escepticismo incluso en el lado israelí sobre la posibilidad de este propósito. Pero lo que no hay duda alguna es que una acción violenta, que implica la muerte de centenares de personas, entre las que hay una altísima proporción de civiles perfectamente inocentes, no modifica únicamente el territorio y la población atacados sino que produce efectos graves en el ejército y en la población atacante. La cultura judía tiene un amplio repertorio sobre este capítulo moral de la violencia.

Sylvain Cypel, periodista judío y francés, corresponsal de Le Monde en Israel y ahora en Estados Unidos, escribió en 2005 un libro notable, ‘Entre muros. La sociedad israelí en vía muerta’ (Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores), del que quiero extraer hoy un par de citas. Lo hago porque es un libro importante que tengo ahora mismo a mano, pero hay muchos otros libros y artículos, discursos y declaraciones de pensadores, periodistas, políticos o meros ciudadanos israelíes o judíos, con manifestaciones del mismo tenor, que sirven para profundizar en la misma idea. Ahí va la primera cita: "Desde hace más de cien años, la estrategia del yshuw [la comunidad judía de Palestina previa a Israel] y posteriormente del Estado de Israel -construir una fortaleza y ampliarla sin freno mediante una política de hechos consumados- ha resultado hasta ahora eficaz. Se acerca inevitablemente al umbral a partir del cual esta lógica suscitará resultados opuestos. Porque dado que los palestinos no ‘desaparecerán’ de nuevo, el porvenir de Israel y de su población judía pasa por su integración pacífica en Oriente Próximo. Una fortaleza armada hasta los dientes que debe su supervivencia a la imposición constante de su poder al pueblo autóctono y a un entorno mucho más vasto y numeroso, así como el mero hecho de figurar entre las máximas prioridades del proyecto geopolítico de una potencia mundial, aunque hoy en día sea la única que puede decidir, no tiene más futuro que la guerra sempiterna y, antes o después, su propia ‘desaparición’ brutal y definitiva. Esto es lo que ya pensaba un célebre judío afectado por el ‘odio a sí mismo’, el general Yehoshafat Habkaki, antiguo jefe de la inteligencia miliotar israelí, quien fue mi primer profesor en el Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Hebraica de Jerusalén".

La otra cita de Cypel. "En la historia de Israel, cada vez que la potencia tutelar ha golpeado con el puño sobre la mesa, el Estado judío se ha sometido". El 21 de enero Ehud Olmert recibirá una señal de este tipo o parecido. En los últimos ocho años se ha producido una auténtica suspensión de este axioma y se han invertido las tornas, entre un primer ministro israelí todopoderoso y un presidente norteamericano sometido y acomplejado por su corte de neocons, hasta llegar al extremo que conocimos ayer en que Olmert exigió y obtuvo de Bush que no votara a favor de la última resolución del Consejo de Seguridad. Urge ahora que se recomponga la correlación de fuerzas. Y que Barack Obama salve a Israel de esos diablos que la conducen al abismo de la guerra perpetua y de la anulación de la democracia. Quienes aman a Israel y hacen votos por su supervivencia y su seguridad como Estado judío, que debiera significar libre y democrático, tolerante y plural, no pueden aplaudir su deriva militarista ni convertir el derecho a defenderse en una represalia inhumana y atroz, fuera de toda ley humana y divina. La simpatía y el amor a Israel no deben llevar a la confusión de los sentimientos y de las ideas. ‘Rigth or wrong, Israel’ es lo que parecen pensar algunos de estos incondicionales, preparados a apoyar cualquier cosa que haga su Gobierno por el sólo hecho de que lo sea de Israel. Se equivocan profundamente desde un punto de vista moral, pero también desde un punto de vista político, porque un Israel en guerra perpetua con sus vecinos es un país inviable.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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