
Eder. Óleo de Irene Gracia
Lluís Bassets
Que no ven lo que cualquiera puede ver. Que cuanto más sangre aportan a esa patria que quieren construir más la destruyen y más la alejan del pretendido objetivo de verla libre e independiente. No se dan cuenta que tienen en frente unas resistencias cada vez más duras e invencibles: la de una realidad de un mundo global e interconectado, que desmiente un día sí y otro también sus ensueños de una victoria alcanzada por las armas; y la del Estado de derecho y la ley civil, apoyados ahora, además, por la opinión jurídica unánime del más riguroso tribunal de derechos humanos, que es la corte del Consejo de Europa con sede en Estrasburgo.
Crecidos por el aniversario de su medio siglo criminal, creen que sólo falta aportar un poco más de sangre al monstruo para que se alce de una vez con su falsa liberación. Pero no se dan cuenta de que la sangre que sacrifican al dragón es la de sus propios hijos y la liberación que se producirá sin duda, más pronto que tarde, es la que nos librará de individuos de esta calaña y de su falso nombre. Ni patria ni libertad: sólo muerte. Este es su programa y su bandera.
(Propósitos para agosto: Voy a quedarme en los márgenes, sí, durante el mes de agosto. Dispuesto a regresar al comentario de actualidad, claro está, si algún acontecimiento lo exige. Así lo hice en 2008 con la guerra de Georgia. Pero en cualquier caso este blog no quedará vacío. He hurgado en mis bolsillos, cajones y carpetas y he conseguido recopilar una serie de textos minúsculos dedicados principalmente al periodismo, mi oficio. Están escritos durante los últimos años en los márgenes de mi tarea y también en los márgenes de cuartillas y cuadernos. Y como suele suceder, cuando se circula fuera de los carriles, también un poco a la contra. Si no hay novedad de por medio, regresaré a la actualidad internacional el primero de septiembre, de nuevo dentro de los márgenes).