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El pintor de palabras

Por 31 de julio de 2009 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

No ha habido en la historia de la pintura un artista menos literario que Matisse, y para comprobarlo basta con visitar la excelente exposición que sigue abierta todo este verano en el Museo Thyssen de Madrid (con horario tardío de cierre que los noctámbulos agradecemos). En Matisse no hay ‘programas’ temáticos, ni circunstancia, ni historia, ni siquiera personajes, pese a las muchas figuras que él pinta. Matisse es el gran veneciano del siglo XX. Liberado de las obligaciones mitológicas o sagradas o retratísticas que un Veronese aún tenía en el siglo XVI, el francés se dio toda su larga vida a la experimentación de las esencias de su arte: la pura forma, el color, la sensualidad, animadas por el instinto constante de lo jubiloso.

   Pero unos pocos días después de ver esa exposición cayó en mis manos un reciente libro titulado ‘Y además sabían pintar. Desde Dostoiesvski y Proust hasta García Lorca y Sylvia Plath’ (Maeva Ediciones). De aspecto, el libro parece, por su gran formato, por su poco texto, por sus lujosas ilustraciones en color, lo que los ingleses llaman "coffee-table book", pero la obra, que firma Donald Friedman, es algo más que un recuento de los escritores que, además de ser creadores de palabras, han sentido la inclinación de la imagen pictórica. La antología de Friedman es amplia y muy completa (aunque no exhaustiva), y el lector perdonará la inclusión de algunos pintamonas como Dario Fo, que ni siquiera es un notable escritor, pese al Nobel, o de los cuadros de Tennessee Williams, que no están a la altura de la obra de este maravilloso dramaturgo. A cambio de esos y algún otro desliz más, el lector puede repasar la importancia de artistas que admiramos sobre todo por su palabra pero concibieron su actividad sin diferenciar la plástica de la poética verbal. Así fueron Cocteau, William Blake, Artaud y nuestro Rafael Alberti, e incluso García Lorca, cuyos extraordinarios dibujos cada vez son mejor comprendidos en el conjunto de su universo propio.

   Y luego están las sorpresas, abundantes. Para mí lo ha sido descubrir la actividad pictórica (un poco en el estilo de Caspar David Friedrich) del gran novelista austriaco Adelbert Stifter (que ya va siendo, aunque tardíamente, traducido en España), saber que Nabokov no sólo coleccionaba las mariposas que cazaba, sino que las dibujaba primorosamente a lápiz, o comprobar que Carlo Levi, Joseph Conrad y e. e. cummings tenían tan buena mano con el pincel como con la pluma. Echo en falta la inclusión de Juan Benet, cuyos ‘collages’ irracionalistas y marinas bélicas podrían figurar con más honra en el  libro que los óleos de Aldous Huxley o las litografías de Günter Grass.

    En su epílogo, John Updike, que también pintaba, aunque no pasará por ello a la historia, dice que "poner manchas negras sobre papel blanco es común de escritores y pintores". Y es verdad que un cierto ‘horror vacui’ es compartido por todos los artistas, escritores, pintores, músicos, escultores. Buena parte de los novelistas y poetas recogidos en este libro gozaban tanto pintando como escribiendo, aunque la gran mayoría tenía a la pintura como el escape o reposo de la literatura. Justo lo contrario de lo que siempre hizo Matisse.  

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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