Skip to main content
Blogs de autor

Una saludable falta de respeto

Por 17 de mayo de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Obedeciendo los consejos de mi colega J.-Fr. Fogel, me puse a leer la inmensa Histoire égoïste de la litterature française de Charles Dantzig (¡casi mil páginas!) y como ya nos había advertido a sus lectores, en efecto, estoy maravillado. Reír a carcajadas con una historia de la literatura no pasa todos los días. Dantzig, además, tiene un inmenso conocimiento de lo que ama.

Me admira el tono desabrochado, ácido, realmente egoísta del autor, grabado al acero en una prosa que oscila entre Pascal y Liberation. Su manera de tratar a las vacas sagradas es inconcebible en España. No se esfuerza por ser educado y caer simpático, sólo quiere expresar del modo más directo y salvaje sus emociones como lector compulsivo, sin separar el momento de la adoración y el momento del odio.

A modo de ejemplo, traduzco un párrafo dedicado a Colette para que se animen los editores españoles.

Dado que en sus últimos años se había convertido en una vieja dama que sólo hablaba de confituras, todo el mundo decidió que era una anciana deliciosa. Esta grandísima astuta sabía ocultar su egoísmo, que no era pequeño, y como un gordo abejorro nunca dejó de estar sumamente pendiente de sus placeres, primero los carnales, luego los digestivos. Colette era un vientre. En pocas palabras, era asquerosa. ¡Ah, cómo comprendo, cada vez que la leo, la ira de Baudelaire contra George Sand! El instinto, la lujuria, el género hembra, la glotona que sucede a la insumisa, esas páginas que parecen sábanas arrugadas, manchadas de semen y croissant con mantequilla! ¡Vieja coqueta natural a la manera de la Sevigné, falsa compasiva, degolladora de pollos! ¡Puaf, puaf, puaf!”.

No importa ahora si el juicio es o no es justo, si es o no es misógino, si exagera o no exagera la abyección moral de Colette. Lo que importa, a mi modo de ver, es la intimidad con la que detesta a Colette, su implicación casi corporal, como si hablara de una tía materna, una prima o una novia que nunca le hizo el menor caso y a la que abraza en sueños húmedos y violentos.

Lo que me gusta de Dantzig es esa música pasional y desolada del que ama sin esperanza.

profile avatar

Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

Obras asociadas
Close Menu