Skip to main content
Blogs de autor

Un buen amigo y un ejemplo a seguir

Por 24 de marzo de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Es de tamaño medio, tiene el pelo largo y blanco, pesará como un labrador, los ojos son de color amarillo y responde al nombre de Delos.

Hace cinco años, sus dueños leyeron un papel escrito a mano y pegado a una farola del barrio en donde se alertaba de la inminente matanza de un centenar de perros jóvenes, por imperativos higiénicos del ayuntamiento. Podían, sin embargo, salvar alguno, si acudían a reclamarlo. Así lo hicieron. Con los ojos llenos de lágrimas porque los quería salvar a todos, una de las niñas pequeñas señaló a Delos, entonces un montoncillo de carne temblorosa, y se lo llevaron consigo.

Ya no es un cachorro, pero jamás ha superado el trauma de la condena a muerte. Durante el día y la noche, Delos se desparrama por la casa. Nunca camina, no ladra, no duerme. Apoya la cabeza contra el parquet, a veces en la oreja derecha, a veces en la izquierda, se tumba, y mira al infinito. Es un perro metafísico y existencial.

Hay que obligarle a comer y lo hace con parsimonia, a regañadientes, como contrariado. No juega, no se mueve, no existe. Debe de pasar las horas como un monje cartujo diciéndose: no soy, y si algo soy soy nada, nada soy ni seré, nada he sido y así sucesivamente.

Como carece de síntomas vitales, la familia suele olvidarse de él, de modo que ha desarrollado un inteligente sistema para que de vez en cuando lo bajen a la calle para cumplir con sus obligaciones corporales. La estrategia consiste en ir ocupando lugares de la casa cada vez más incómodos para los dueños.

Del oscuro rincón de un cuartucho pasa a la pared de la entrada, de allí al lateral del pasillo, luego al centro (hay que saltar por encima), del pasillo a la puerta del baño (donde se le pisa porque está oscuro, pero nunca se queja), para acabar tumbado sobre la mesa del comedor o sobre la cocina. Entonces lo bajan a la calle.

Se me ocurre que también nosotros podríamos emplear su estrategia. Tumbarnos en medio de la calle delante de Las Cortes. Luego, a la puerta del Parlamento. De allí a los escaños. Hasta tumbarnos encima de los diputados y diputadas. A lo mejor así se enteran de que existimos.

profile avatar

Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

Obras asociadas
Close Menu