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Por fin

Por 1 de junio de 2021 Sin comentarios

Félix de Azúa

Estamos tratando de sobrevivir sin ningún sentido, orientación, proyecto o finalidad. También la historia humana ha perdido todo horizonte y se ha convertido en periodismo

Dado que ha concluido la Liga de fútbol ahora ya puede volver a empezar. Las diversiones tienen mucho predicamento gracias a que se terminan. Es esencial que haya un final para que algo cobre sentido. Si no hay un fin, un término, no hay modo de saber qué sentido tiene el asunto o la experiencia. Tal es la función del orgasmo. En tiempos clásicos la historia de los humanos era cíclica y cuando un círculo se cerraba, otro empezaba y por eso podían adivinar el futuro. El cristianismo cambió la figura: la historia progresaba hasta la vida eterna, pero después del juicio final. Cuando el cristianismo fue perdiendo clientela apareció la historia moderna, es decir, el fluir de una duración sin final y por lo tanto sin sentido, el puro acontecer.

Una historia sin final genera tanta aflicción como la vida humana, la cual, precisamente por no esperar sino la muerte, es imposible que tenga sentido. Morir no es un final, es la aniquilación de todo final, de modo que, para remediar el agobio, los modernos empezaron a suponer finales de la historia. El más famoso es el de los marxistas: un progreso continuo hasta la extinción del Estado y de la lucha de clases. Una vez constatado que el resultado del marxismo era el opuesto, es decir, que sólo subsistía un Estado cada vez más opresor y violento, este truco dejó de tener encanto.

Podríamos seguir mirando hacia atrás, como hizo Karl Löwith, en busca de las historias antiguas y sus ensalmos salvíficos, pero no hay tiempo. Estamos ahora tratando de sobrevivir sin ningún sentido, orientación, proyecto o finalidad. También la historia humana ha perdido todo horizonte y se ha convertido en periodismo, en una niebla de noticias. No es fácil tenerse en pie azotados por el torbellino de las novedades.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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