Félix de Azúa
Siempre me había hecho mucha gracia la respuesta de Rothko a un crítico que insistía en que los artistas estaban obligados a conocer el estado de la teoría artística de su tiempo.
En realidad, aunque no fuera él, tal es la posición (yo creo que muy justificada) de Arthur Danto cuando dice que cada obra de arte debe su significado a un marco teórico concreto e histórico. Así, por ejemplo, las cajas de limpiador Brillo de Warhol no habrían podido ser consideradas “Arte” antes de la Fontaine de Duchamp y sus desarrollos filosóficos.
En todo caso, Rothko, con esa indignación que sólo se les permite a los artistas que gastan bigote, que muestran una altísima conciencia moral o que aman una patria eterna y anterior a los humanos, contestó la frase que se ha repetido luego en todos los libros:
“Los pájaros no tienen por qué saber ornitología”.
¿No era Rothko? Da lo mismo. No hay crítico o historiador del arte contemporáneo que no la haya citado alguna vez, atribuida a este o a aquel pintor neoyorkino.
Como ayuda solidaria para aquellas atribuladas personas que están escribiendo una tesis doctoral, les ofrezco ahora esta nota a pie de página: la verdadera fuente de la frasecita:
La plupart des hommes qui vivent dans le monde y vivent si étourdiment, pensent si peu, qu’ils ne connaissent pas ce monde qu’ils ont toujours sous les yeux (…) par la raison qui fait que les hannetons ne savent pas l’histoire naturelle.
“La mayor parte de la gente que vive en este mundo, vive de un modo tan atolondrado, reflexiona tan poco, que desconoce el mundo que tiene constantemente ante los ojos (…) y eso por la misma razón por la que los abejorros ignoran la Historia Natural”.
Lo escribió Chamfort, uno de los escritores favoritos de Nietzsche, en Maximes et pensées, pero en un sentido exactamente opuesto al de la famosa frase de Rothko, es decir, contra aquellos que creen que pueden vivir sin conocer el marco teórico que los define. En fin, “el mundo”, porque el mundo no es otra cosa que un marco teórico.
Chamfort, plurisuicida, es uno de los personajes más crispados de la Revolución Francesa, un emocionante destructor, el amigo de todas las causas perdidas. Me extraña que Hollywood no lo haya descubierto.