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Merienda de negros

Por 5 de junio de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

El racismo ya no es lo que era. Antes de que nuestras sociedades fueran bendecidas por la multiculturalidad sólo conocíamos dos racismos, los de toda la vida: el antisemita (europeo) y el antinegro (americano), ambos con una tradición muy respetable.

Durante siglos y con el sacrificado apoyo de la Iglesia de Roma, las buenas familias europeas y el sano pueblo fueron antisemitas con tanta afición como ahora son demócratas. En tiempos tranquilos, hacían chistes sobre judíos. En tiempos turbulentos, los mataban.

Idéntico comportamiento mostraron los americanos con los negros que tuvieron la desfachatez de sobrevivir a la esclavitud.

Sin embargo, estas venerables instituciones han cambiado tanto en los últimos tiempos que ya no las conoce ni su madre. De una parte, muchos judíos de Israel y sionistas de los EE. UU. son ahora racistas antiárabes para compensar que les quitaron las tierras y sus casas a los palestinos, los cuales, todo hay que decirlo, hacen lo que pueden para que no se las devuelvan.

Y por otra parte, muchos negros de los EE. UU. son ahora antisemitas, fenómeno que por fin ha llegado a Europa, donde fructifica todo lo culturalmente valioso de aquel gran país.

El domingo 28 de mayo un grupo de 30 negros forzudos y entrenados en diversas estupideces marciales ocupaba el barrio del Marais, en París, al grito de: “¿Dónde están los maricones judíos?”

No llegó la sangre al río porque ni los maricones (el Marais es barrio gay), ni los judíos (allí está la sinagoga más antigua de París) se molestaron en acudir a la llamada de aquellos chulos analfabetos de color negro.

Lo del color lo sé por las fotografías. Lo de que son analfabetos lo sabrá cualquiera que lea sus comunicados: son tan delirantes que los de ETA a su lado parecen escritos por Donoso Cortés.

Estos nuevos racistas europeos pertenecen a una sociedad llamada Kémites Atoniens y consideran que el Marais se ha convertido en Tel Aviv sur Seine. Ellos, los hijos de Cam, van a liberarlo con la fuerza de sus músculos y la agudeza de sus cerebros de mosquito.

No tardarán en llegar a España, porque todo lo culturalmente valioso de París acaba siempre por fructificar en nuestra amada patria. Allí les estaremos esperando muy ilusionados.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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