Félix de Azúa
En cierta ocasión, un medievalista balear me dijo que las lenguas se hablan según quien mande. Los que antes mandaban en Cataluña hablaban castellano y todo el mundo tenía que hablar en castellano. Ahora los dueños de la región hablan en catalán, de modo que todo el mundo ha de hablar en catalán. La lengua oficial es la lengua del amo. Así lo creo yo también. No hay tal cosa como un conflicto lingüístico: se trata de dejar bien claro quién manda aquí.
Un concejal del ayuntamiento de Barcelona, un tal Portabella, ultra nacionalista del partido de Carod Rovira, ha manifestado que el próximo domingo no asistirá al pregón de las fiestas de la Merced, patrona de Barcelona. La razón de semejante grosería es que la pregonera, la simpática Elvira Lindo, pregonará en castellano.
No me cabe la menor duda de que si el pregonero hubiera sido subsahariano y hubiese pregonado en suahili, el concejal Portabella habría aplaudido hasta hacerse sangre y derramado gordas lágrimas de emoción. El concejal Portabella cree que no es xenófobo.
La xenofobia de los ultras catalanes es gravitacional e inversamente proporcional a la distancia. Cuánto más lejano el lugar de origen del interfecto, menos rechazo les produce. Aman a los indígenas de Nueva Zelanda, a los chinos, a los chechenos. Sin embargo, a medida que nos vamos acercando, ya aman menos: a los turcos, a los bereberes, a los marroquíes. Y les disgustan profundamente los próximos: los de Cádiz (Elvira), los de Córdoba (Montilla), los de Madrid (todos los españoles que no piensen como ellos).
Sin embargo, el odio sulfúrico, lo que les provoca unas urticarias dolorosísimas que deben rascarse con cepillo de púas, son los ciudadanos que viven en Cataluña y se niegan a aceptar las imposiciones de los amos. Estos, los que hablan en castellano en la sagrada tierra catalana, o sea un 70% de la población, les provocan un profundo asco y mandan a sus muchachuelos a reventar aquellos actos en los que participan.
A Elvira Lindo la han pillado a media distancia; finalmente, Cádiz está en el otro extremo de España, es un poco ya África para ellos y creo que la dejarán pregonar en castellano sin demasiados problemas, aunque nunca se sabe. Lo que jamás sucederá es que un vecino de Barcelona pregone en castellano, eso sí que no. Este es el auténtico judío, el negro verdadero, el moro concreto del racismo catalán.
Es lógico. Podría producirse una confusión sobre la herencia: alguien podría dar por supuesto que esa gente tiene algún derecho a la misma, aunque no hable la lengua del amo.
Portabella y los suyos no están dispuestos a que nadie se les lleve ni siquiera el aparato de televisión. Y mira que está viejo.