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Blogs de autor

Las otras almas muertas

Por 9 de diciembre de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Un amigo que ahora vive en Bombay pasó muchos meses caminando por el sur del continente con el fin de conocer de primera mano la vida rural india, tan distinta de la urbana. Contaba luego muchas historias cautivadoras, pero la que más me chocó fue una constatación: la de que había pueblos amables y pueblos odiosos, separados por apenas una decena de kilómetros. Iguales en todo, menos en su aprecio por el prójimo.

En su peregrinaje había encontrado aldeas donde, en cuanto divisaba las primeras casas, le rodeaba una población hostil, malencarada, bravucona. Siempre acababa haciendo aparición un gurú que le gritaba agitando un garrote, aunque era perfectamente consciente de que mi amigo no entendía una sola palabra. Y acababan por expulsarle de mala manera, cuando no le robaban la mochila. Diez kilómetros más adelante, sin embargo, entraba en otro lugar donde le recibían sonrientes, los niños bailaban a su alrededor, las jovencitas curioseaban mostrando dientes blanquísimos, le ofrecían agua y se afligían si no aceptaba un cuenco de arroz.

El recio igualitarismo que soportamos los europeos hace difícil creer en una diferencia moral profunda entre vecinos. No esa falsa diferencia llamada "identidad" que es una abstracción narcisista y metafísica, sino otra más profunda que funda la verdadera diferencia entre comunidades felices y comunidades infames.

/upload/fotos/blogs_entradas/primeras_imgenes_del_atentado_med.jpgImagino yo a los munícipes de Azpeitia, en cuyo ayuntamiento ultranacionalista ni siquiera lograron condenar el asesinato de un ciudadano nacionalista, como uno de esos lugares en los que la temperatura baja seis grados en cuanto cruzas el umbral. Terrible detalle el que remarcó Santiago González en su blog: no se interrumpió la partida de mus del asesinado. La fotografía de Mitxi es atroz, tan atroz que quizás no diga toda la verdad. Pudo ser un homenaje.

Donde no se respeta la vida, sólo hay muertos vivientes. La buena gente de Azpeitia estará deseando huir de sus infames paisanos. Hay pueblos amables, acogedores y con sangre en las venas a pocos kilómetros. Pueblos que no celebran la muerte.

Artículo publicado en: El Periódico,6 de diciembre de 2008.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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