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La coleccionista

Por 21 de junio de 2006 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

No sé cómo me entró la curiosidad por los coleccionistas. Quizás porque aún tengo presente aquel cazador de lepidópteros que William Wyler disecó con fino bisturí en una película muy incorrecta para el actual marco teórico (o sea, “mundo”), a partir de una novela de John Fowles injustamente olvidada. Más exacta aún, la Collectionneuse, de Rohmer, sorteaba el crimen del macho, pero ponía en juego una sexualidad femenina que podía ser letal para sus presas. El caso es que llevo camino de coleccionar coleccionistas.

Es muy agradable la colección de Angela Rosengart, en Lucerna. Aunque la ciudad padece la erosión del turismo y hasta la más elegante y sólida de las construcciones humanas, las pirámides egipcias pongamos por caso, se abarata y dilapida con el turismo masivo, el circo de picos nevados que limita el lago de los Cuatro Cantones en la ciudad de los puentes pintados, es casi inexpugnable a la miseria.

En aquella ciudad apersonada y burguesa, Angela Rosengart mantiene dos museos y ambos son emocionantes. En el primero, el más pequeño y secreto, el Picasso Museum de la Furrengasse, ha reunido obra del malagueño, pero sobre todo la estupenda colección de fotografías que le hizo David Douglas Duncan.

(Nota al margen: A veces estoy tentado de incluir ilustraciones al texto, pero prefiero dejarlo en manos de los atentos lectores. De ese modo llueve del cielo alguna bendición. Ayer mismo, uno de nuestros colegas colgó la foto del archigoya de Zurich. Es de agradecer. A pesar de las apariencias, la soledad limita a ambos lados del blog y cuando se rompe aparecen en el firmamento las frías, las lejanas, las espléndidas estrellas).

Las fotos de Duncan, muy conocidas, persiguen a la pareja Picasso hasta que dejó de ser una pareja por orden de la Parca. Seguir ese trayecto terminal del pintor, por mucha antipatía que uno sienta hacia su carácter depredador, abre las carnes. La celebérrima imagen de Picasso iniciando un paso de minueto con los brazos en jarras y unos calzoncillos que le llegaban a la rodilla, da idea del excelente humor que le acompañó hasta la tumba.

La última fotografía de Jacqueline, al borde del suicidio tras la muerte de su pareja, cierra un ciclo de calidez doméstica evidente. Es casi imposible no caer en el sentimentalismo más blando ante semejante dolor. La desolación de la viuda nos invita, sin embargo, a respetar a Picasso sin negar su innegable egotismo. No sólo crueldad, también hubo alegría y gozo en la convivencia del coleccionista con sus presas.

El segundo museo, la Sammlung Rosengart de la Pilatusstrasse, ocupa un fenomenal edificio en la calle noble de la ciudad, comprado, restaurado, inventado y cuidado por Angela, la hija del marchante Siegfried Rosengart, el que fuera uno de los más importantes del mundo y (todavía) sin rastro de contaminación nazi. Hay allí algunas piezas esenciales de Picasso, como el Busto en gris de 1941 (Dora Maar) en donde puede observarse el grafismo del que surgirá todo Bacon, de pe a pa.

Junto a la tonelada de picassos, hay también ciento cincuenta obras de Klee que me confirman en una opinión que sólo puedo expresar en voz baja. El artista suizo pertenece a ese ámbito que en literatura se llama “infantil y juvenil”. Lo imagino como el émulo óptico de Siddharta, de Hesse, en sus momentos fantásticos; aunque también tiene sus Islas del Tesoro en los momentos imaginativos.

El museo, al que (pero eso le está sucediendo a casi todos los museos del mundo) le sobra un ochenta por ciento de la avejentadísima École de Paris (¡Dios mío qué lejos están los Dufy, los Utrillo, los Modigliani, del mundo actual!), es racional y luminoso. Su dueña, Angela Rosengart, no ha tenido descendencia. Trabajó junto a su padre desde que tuvo uso de razón. Muerto el padre, la colección es su familia. Acude todos los días y siempre se detiene, ora ante éste, ora ante aquel lienzo, con el que dialoga en silencio.

¿Cómo estás, querido? ¿Subo la calefacción? ¿Te han molestado las visitas? Sigues teniendo un aspecto espléndido, pero voy a llamar al médico para que te restaure esa esquina; la tienes un poco pelada. A pesar de los años que llevamos juntos cada día me descubres algo nuevo. ¡Oh, no exageres! He hecho lo que haría cualquier mujer en mi lugar. Etcétera.

Cuando percibí ese aroma de cuarto de los niños, esa broncínea protección, ese abrigo de todo mal, recordé a la baronesa Thyssen y su fiera defensa de la colección madrileña, contra el ayuntamiento de la capital. Estas mujeres defenderán a sus crías como tigresas. Recuerde el alma dormida a Lillian Gish con la escopeta sobre las rodillas en La noche del cazador y camine con paso liviano cualquiera que pise el recinto de los niños.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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