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Esta película ya la vi

Por 20 de junio de 2006 Sin comentarios

Marcelo Figueras

La semana pasada hubo un día que amaneció estragado por la neblina. No se veía nada, pero de verdad. Desde mi séptimo piso, que habitualmente funciona como atalaya para ver el ancho cielo, y la alfombra de la ciudad, y la torre de la iglesia que está a dos cuadras, sólo veía niebla. Después dijeron por TV que habían cerrado los aeropuertos y hasta arriesgaron explicaciones científicas, pero todo lo que yo pensé entonces fue: “Uy. Parece la escena de Amarcord en que el viejito se pierde en la neblina y empieza a cuestionarse si habrá muerto. ¿Habré muerto yo también?”.

Me ocurre muy seguido esto de comparar situaciones por las que atravieso con escenas de películas, o de libros. Recuerdo aquella vez en Palestina, trabajando en un artículo para una revista española con mi amigo el fotógrafo Pasqual Górriz. Los disparos de los soldados israelíes nos habían obligado a parapetarnos detrás de un muro semiderruido; las balas silbaban a ambos flancos de la pared, e incluso pegaban contra el muro a nuestras espaldas, yo sentía la vibración de los impactos. Me quedé viendo las columnitas de polvo que levantaba cada tiro, pocos metros por delante nuestro, y todo lo que pensé fue: “Igualito que en la serie Combate”.

Puede que se trate de una deformación profesional, pero estoy seguro de que somos muchos los que tenemos este reflejo. A veces es muy útil, por ejemplo al atravesar situaciones de un profundo ridículo. Saber que Peter Sellers o Jim Carrey han sufrido cosas similares en tal o cual película me ayuda a aflojarme y a reírme de mí mismo –cosa que me resulta particularmente difícil, porque tengo una noción un tanto almidonada de mi propia dignidad. En las ocasiones en que mi vida corrió un riesgo serio, como la mencionada de Palestina, el reflejo me ayuda a conservar la calma: entro en una suerte de estado zen, como si viese la escena desde afuera, ¡como en una película!, y en esa calma preternatural no me cuesta nada decidir qué hacer; si hubiese desesperado entonces, estoy seguro de que ahora no estaría hablando de esta cuestión –ni de ninguna otra.

  Me gusta explicar el fenómeno de esta manera: yo creo que no hay nada más parecido a una obra de arte que la vida misma. Por eso la vivo de esa forma, como si la estuviese escribiendo o filmando a cada minuto. Y también es por eso que lamento que haya tantas obras truncadas por la violencia, o malogradas por la ignorancia: porque cada vida es una obra irrepetible, una oportunidad que es entonces o no será nunca.

A veces se trata de una comedia, a veces de una farsa, a veces de un drama y hasta de una tragedia. A menudo un día es nada más que un borrador, una página indigna que nos gustaría arrojar a la basura al terminar la jornada. Pero de tanto en tanto escribimos algo que vale la pena e incorporamos esa página al libro de nuestras vidas, y esa escena permanece con nosotros y con los nuestros para siempre.

Como los artistas de verdad, vivimos tratando de mejorar día tras día. Yo aliento la esperanza de llegar al final habiendo vivido una vida de esas que vale la pena ver, o leer; la esperanza, en suma, de haber convertido a mi vida en una buena obra.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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