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Invitación a una larga lectura

Por 10 de septiembre de 2007 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

Algunos sucesos históricos como la revolución francesa, las campañas napoleónicas o las dos guerras mundiales han tenido una apreciable traducción literaria. En cambio, un capítulo nefasto de la civilización cristiana, el genocidio de los judíos por obra del pueblo alemán con la colaboración de franceses, holandeses, italianos, polacos, rusos, ucranianos y demás admirables naciones, parece imposible de trasladar a la literatura. Durante la última mitad del siglo pasado, la dificultad de un relato o un poema convincente sobre el Holocausto fue tema frecuente de discusión filosófica. La frase era: ¿Para qué poesía después de Auschwitz? Yo no creo que hasta el momento haya habido nada superior al muy reciente Les Bienveillantes, de Jonathan Littell.

Mientras tenía lugar la destrucción del pueblo judío se estaba produciendo otra gigantesca matanza, la que llevó a cabo el estalinismo. Esta segunda barbarie comenzó a dar fruto literario con Soljenitzin, pero fue ocultada hasta hace pocos años por la disciplinada red de los partidos comunistas. Como por milagro, un comunista, Vasili Grossman, que había sido oficial en la batalla de Stalingrado y conocía de primera mano la alianza de heroicidad popular y criminalidad de los jefes políticos que dio la victoria a los rusos, era uno de los mejores escritores del siglo XX. Su relato de la batalla decisiva es un monumental documento sobre las atrocidades de los estalinistas y de los nazis.

Con seráfica fe en el Partido, Grossman trató de editar su colosal novela (más de mil páginas) durante los años 60. Y es posible que el feroz ataque de que fue objeto por parte de los funcionarios bolcheviques le sorprendiera tanto como él dice. ¿Creyó de verdad que se publicaría un testimonio que ponía en paralelo los campos de concentración nazis y los soviéticos? El libro no se editó, evidentemente, hasta 1980 y en Occidente. En España tuvo una primera salida frustrada y solo ahora, gracias a Galaxia Gutenberg, aparece por fin el texto completo y traducido del ruso. Se titula Vida y destino. Y es una de las mejores novelas de los últimos cien años.

Artículo publicado en: El Periódico, 8 de septiembre de 2007.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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